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200 LA CONFIRMACION, SACRAMENTO DEL ESPIRITU se a las anteriores o sustituirlas. Se conserva todo lo adquirido; pero se tiene de otra manera. El individuo se hace ” sl-m ismo” , se convierte en él mismo. El hombre se siente responsable ante su con cien cia , an te los demás sus semejantes y ante Dios. Se experimenta poseedor de un destino propio, personal, de una vocación . Siente la p létora de la vida com o suya y al mismo tiempo con impulso a ser comun icada a otros. Otra característica general de la madurez es la tendencia a la vida de relación, a comunicarse con sus sem ejantes en form as mú l tiples. En la misma medida en que uno llegó a sentir su personalidad y lograr la interioridad, en esa misma medida quiere ocupar un si tio p rop io en la sociedad. Todo lo que anteriormente recibió siente ahora tendencia a comunicarlo a la sociedad. Como si se sintiese parti cipante de la actividad creadora de Dios, el adulto tiende a d ifund ir la vida y crear fuera de si todos los valores de que se sien te poseedor. Son abundantes los testimonios de la Escritura donde aparece ex presada la voluntad de Dios de que lleguemos los bautizados al de sarrollo completo de la vida sembrada en el Bautism o; «cual varones perfectos a la m ed ida de la plen itud de Cristo» (Ef. 4, 13). Las ca ra c terísticas que hem os encontrado en la vida natural cuando es poseída en su «madurez», han de ser analógicam ente aplicadas a la m adu rez espiritual. Particularmente estas dos características generales: la interioridad y la tendencia a comun icar a otros la plen itud de que el hombre adu lto se siente saturado. Es ley universal de toda vida: en la m ed ida en que ésta es poseída con más plenitud e interioridad, en esa m isma m edida tiende también a comun icarse en otros. Así sucede en la vida in fin itam en te p e rfe cta del Dios Padre-H ijo-Esp íritu Santo. Así acontece también en Jesucristo, «lleno de gracia y de ve r dad» y de cuya plenitud todos hemos recibido. B) La confirmación, sacramento de la adultez cristiana. —'«En e s te sacram ento de la confirmación, dice Santo Tomás, se da la plenitud del Espíritu Santo para lograr aquella robusted espiritual que es p ro pia de la edad madura» u. Al hab la r de la madurez de la vida natural, decíamos que esta no consiste en que el hombre tenga más o menos vida, más o menos «elementos» o material de experiencia, sino en el modo nuevo de te n er o de ser lo mismo que ya antes era. Así pasa en la madurez es piritual que nos con fiere la con firm ación . Cierto que el bautismo ya nos da la v id a ; e incluso podemos decir que en su prop io p lano y para 14. Summa, III, q. 72, art. 2. resp.
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