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ALEJANDRODE VILLALMONTE 195 conoce también, entre los ritos sagrados de la in iciación cristiana, la imposición de las m an os; que se con fiere a los ya bautizados. Al ser narradas estas prácticas en form a tan obvia, tan concisa y segura nos da la certeza de que se trata de prácticas conocidas por todos y cuyo sign ificado y alcance todos apreciaban apenas se hiciese una breve alusión a ellas. A través de estas consideraciones quedan claras estas ideas fu n ­ damentales: El Espíritu Santo, desde su origen en el seno de la T ri- niadd lleva consigo la idea y la realidad de plenitud, complemento, perfección y sobreabundancia de la vida divina y de su difusión. Esta misma característica la mantiene cuando la Divinidad viene a Cristo para hab itar sustancial-corporalm en te en E l: es el Espíritu el que le llena de gracia y de verdad y el que le impulsa a llenar a los demás hombres y comunicarles su p len itud y gracia por gracia. Jesús p ro ­ mete, com o supremo don mesián ico y coronam ien to de todos los b ie­ nes del reino de Dios, la venida del Espíritu. La promesa se cumple en Pentecostés, cuando el Espíritu se derrama sobre los apóstoles y s o ­ bre toda la pequeña Iglesia congregada en el Cenáculo. Y a en el mismo día de Pentecostés la difusión del Espíritu n o se lim itó a sólo los apóstoles. Pero sobre todo después, al irse extendiendo la Iglesia, todos los nuevos bautizados, además del bautismo por el agua y el Espíritu, recibían de nuevo y con abundancia y «plenitud» al Espí­ ritu Santo p or m ed io de la imposición de las manos de los apóstoles; es decir, por medio del sacram ento de la con firm ación que ellos c o ­ menzaron a adm inistrar a los bautizados. En ninguna parte m ejor que en el N. T. se ve la importancia del sacram ento de la con firm a ­ ción com o medio de com un icación del Espíritu a los creyentes; y al m ismo tiempo se ponen de m an ifiesto las amplias y profundas reso­ nancias que el sacramento de la con firm a ción tiene en toda la e c o ­ nom ía de salvación, en la H istoria de Sa lud : desde que esta «historia santa» com ienza, por así decirlo, en el seno de la Trinidad, entra en nuestra historia humana p or med io de Cristo y luego se va realizando en la Iglesia hasta el fin de los siglos. La con firm a ción señala el m o ­ m en to en que el Espíritu que procede del Padre y del H ijo y que «reside» en Jesús, comun ica su plenitud a cada uno de los fieles bau ­ tizados, de aquellos que por el bautismo son sumergidos en Cristo. B) Nueva vida según el Espíritu. Como consecuencia de esta ve­ n ida del Espíritu Santo sobre los fieles por la imposición de las manos, la vida de los creyentes queda invadida por la presencia y la acción del Espíritu. Esta acción se m an ifiesta en los primeros años de la Iglesia, en los carismas de que gozaban los cristianos: El don del Es-

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