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194 LA CONFIRMACION, SACRAMENTO DEL ESPIRITU 4. La plenitud del Espíritu desciende a los fieles por la confirmación. Siguiendo su actuación en todo el plan divino de salvación el Espíritu Santo que llenó a los apóstoles en Pentecostés, desciende a los fieles p or el sacram ento de la con firm ación . Recuérdese que tra ­ tamos aquí de una «nueva» venida del Espíritu, en «plenitud» y para «especiales» efectos. Porque el Bautismo ya nos h izo renacer del agua y del Espíritu Santo. Pero ahora se trata de la ven ida del Es­ píritu en «plenitud», para «colmar» la obra del Bautismo p o r una presencia e in fluencia no sólo más intensa, sino sobre todo de otra calidad nueva. A) Por la imposición de manos se confiere el Espíritu Santo. Los Hechos de los Apóstoles repiten continuamente la a firm ación de que la venida del Espíritu Santo es un fenóm eno que a fecta a todos los creyentes. En su primer sermón Pedro afirma claram ente que el Espíritu se va a derramar sobre todo el nuevo pueblo de Dios, según la p rofecía de Joel; al final del sermón dice que es necesario bautizarse en nombre de Jesús, para recibir el perdón de los pecados y para recibir el Espíritu Santo (Act. 2, 38). La recepción del Espíritu es complem ento del Bautismo y coronam ien to de los dones mesiánicos. Los apóstoles recibieron el Espíritu sin rito n inguno sacramental. Pero ellos mismos lo comun ican a los fieles bautizados por med io de un rito sacramental que abarca dos actos fundam entales: la im po­ sición de las manos y la oración. En efecto, se nos narra en Act. 8, 14-17, que buen número de sam a - ritanos había aceptado la fe y recibido el bautismo. Sin embargo, se consideró p or Pedro y Juan que aún no habían recibido la plen itud de la vida cristiana, que los apóstoles se apresuran a con ferirles por el rito de la imposición de manos. E fecto de este rito es una nueva difusión del Espíritu (ib., 17). Igualmente, en el cap. 19 se narra cóm o á los discípulos de Juan, después de haber recibido el Bautismo cristiano, les impone Pablo las manos y reciben el Espíritu Santo (ib., 19, 6). Ambas narraciones están encuadradas en el ambiente lleno del Espíritu Santo que se creó en la Iglesia desde el día de P en ­ tecostés. A la luz de esta primera efusión del Espíritu y de la in ter­ pretación que de ella da San Pedro, es evidente la intención de los apóstoles de extender la plenitud del Espíritu a todos los bautizados, por medio de un nuevo rito sagrado: la imposición de las m anos; es decir, por lo que en nuestro lenguaje y prá ctica actual llamamos el sacramento de la con firm ación . Finalmente, la ep. a los Hb. 6, 1-2,

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