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MIGUEL DE PESQUERA 165 de vista sociológico, y, por ello, merma sus posibilidades bienhechoras. Desentrañando estas ideas y exponiéndolas con claridad, D. Felipe Barandiarán se extendió ampliamente. Los temas desarrollados por D. Fernando Guerrero fueron em i­ nentemente sicológicos. Reglas generales de sicología de los ca ra c­ teres y normas de elemental sentido común, fueron mezclados en clases llenas de amenidad y de sugerencias interesantes. El obrero no trabaja lo m ismo en un puesto que en otro, hay circunstancias que influyen benéficam ente m ientras que otras crean malestar en el productor, hay caracteres que prefieren trabajar en una clase determ inada de ocupaciones... ¿Qué leyes se pueden dar para concretar y regular toda esa casuística que fluye del mundo laboral? Fernando Guerrero, fue expon iendo en una serie de lecciones, su criterio particu lar sobre este punto, dando a la vez un resumen de los avances sociales en torno a este tema. Por otra parte, n o todos sirven para mandar. Existe, —y la cues­ tión es importantísima— , el problema del mando en la empresa. Debe, por tanto, darse una form ación y selección de mandos. Este tema —los mandos, sus diversas clases y la selección de los mismos— , fue expuesto con gran dom in io de la cuestión. Por lo demás, todas las clases de D. Fernando Guerrero, fueron sugerentes, amenas e interesantes. Así fue el X i n Curso de la Escuela Social de Vitoria. El resumen, aunque imperfecto, creo da una idea, más o menos justa, de las cosas que allí se estudiaron y de la orientación de los mismos. Quedan sin enumerar algunos puntos: las clases de José María Setién sobre «m o ­ ral económ ica», el coloquio sobre p red icación del Obispo Auxiliar de Sevilla, Mons. Girarda, las lecciones sobre «teología de la acción» de D. Carlos Abaitúa, e t c .; estas clases supusieron menos en el Curso y por eso no las resumo; además que com o resumen ya está bien esta Crónica. Pero si quisiera, antes de concluir, recordar los coloquios, estupendos algunos de ellos, que siguieron casi siempre a las clases de la ta rde; ellos constituyeron, — los coloquios—■, de lo m ejor del Curso; e innegablemente fueron los momentos llamados a aclarar posiciones y tamizar ideas. Este fue, en líneas generales, el último Curso de la Escuela Social de V ito ria ; un mes intenso, —«demasiado intenso, tal vez— , de estudio en torno a la d ifícil, embrollada y dolorosa «cuestión social». M iguel de P esquera , O. F. M. Cap.

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