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XIII CURSODE LA ESCUELA SOCIAL.. 161 Mas esta econom ía todavía no es dominante. La riqueza ya es claramente un fin, pero no la riqueza individual sino la nacional. El Estado aparece com o fin (Absolutismo). Los Reyes mantienen un cierto control de la econom ía ; ellos necesitan dinero y hasta cierto punto necesitan de la burguesía, de los banqueros. El Rey, —insistien ­ do—., tiene un fuerte dom in io sobre toda la sociedad, y el burgués n o se ha acabado de encon trar consigo mismo. C) Economía dominante. — Por fin, con el siglo xvm , la e con o ­ m ía term ina por ser independiente y dom inante sobre toda posible in fluen cia exterior. La realeza cede terreno, y en cambio la burgue­ sía, los hombres de negocios, se enriquecen hasta un grado invero­ símil. Naturalmente los nuevos ricos se niegan en redondo a seguir supeditados al Estado. Y en su aspiración triun fan decididamente. Ellos siguen su cam ino, y las pobres monarquías, y los restos de n o ­ bleza persistentes, van por el suyo, con una vida más o menos lán ­ guida. La moral ya n o tiene nada que hacer, y descaradamente apa­ rece el princip io pagano: «el negocio es el negocio». Los grandes econom istas del siglo x v m y x i x piensan y obran en pagano. Se da entonces lo que R icardo Alberdi llamó la rebeldía del corazón y la rebeldía de la m en te ; dos cosas que si moral o religiosamente son recriminables, financieram ente son bastante fructíferas. Estamos en pleno capitalismo. El capital, el dinero, lo dom ina todo. Es el tiempo en que el estribillo de Quevedo, —«poderoso caballero es Don D inero»— , se hace diabólica realidad. La aspiración que priva en el ambiente de los nuevos tiempos se reduce a procurarse la cantidad de dinero que perm ita vivir b ien ; y vivir bien quiere decir con las máximas com odidades y seguridades terrenas. El cielo se deja a los gorriones, según la blasfema frase de Heine. Lo que se quiere es tierra, goce, disfrute, y com o para todo ésto se requiere dinero, pues el mundo se lanza a la conqu ista desesperada del dinero. Las nuevas técnicas, los grandes descubrim ientos físicos, la ampliación internacional del com ercio, perm iten soñar con cosas nunca vistas en materia de b ie­ nestar. Los siglos xvm y xix señalan una época de máxima eu foria com ercial y económ ica Estamos metidos de lleno en el capitalismo liberal, al que León X III se referirá en los térm inos más duros. ¿Qué pensar de este capitalismo? Ha producido, —e llo es inne­ gable—-, una crisis espiritual tortísima, hasta entonces inexistente. Las m inorías que dirigen la nueva evolución económ ica son ateas, y los principios que rigen su afanarse económ ico, y la evolución económ ica de todo el mundo, son perfectam ente paganos. Además, este capitalismo fuerza una crisis social de envergadura difícilmente calibrable; crea el proletariado, la lucha desesperada entre patronos y obreros, envenena las relaciones sociales y produce tal malestar, que

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