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S A N T IA G O DE LA CORUÑA 147 después a indicar la doble función de la razón, sapiencial y científica. An te la necesidad de hacer una Teología Espiritual, se impone un revisionismo crítico, pues el teólogo no debe dejarse guiar por el mero sentimentalismo religioso. Entre el conocer intu itivo-experim ental y el conocer discursivo, aquél es superior, pero el discursivo es norm a del intuitivo. De ahí que la experiencia deba ser sometida a un cri­ terio racional-teológico. En realidad la experiencia de los místicos no contribuye tan to a la formación de la Teología Espiritual como se cree, porque es m ás afectiva que intelectiva. La utilidad de la ex ­ periencia está m ás bien en el orden práctico e individual, para el que la recibe; en algún modo también en el orden teórico, en cuanto que puede p lan tear nuevos problemas a resolver teológicamente, o en cuanto orienta la atención de los teólogos a ciertos dogmas más olvidados, e tc ... El ú ltimo coloquio se dedicó jun tam en te a las ponencias de los PP. Basilio de San Pablo y A lejandro de V illalm onte, por su afinidad y punto neurálgico que tocaron. Los aspectos que m ás se discutieron en el coloquio fueron los relativos a la actuación de los dones y principalmente al valor de la experiencia. Algunos asistentes recla­ m aban para la experiencia mayor importancia que la que le habían concedido los disertantes pero, como alguien hizo notar oportuna­ m ente, la Teología Espiritual por ser Teología ha de fundarse n e ­ cesaria y primordialmente en las Fuentes de la Revelación y no en experiencias o revelaciones privadas. Se lam en tó el que no se pudieran leer las ponencias anunciadas en el programa de los PP. Domínguez de Val, agustino, sobre los ’Santos Padres, teólogos y autores espirituales”, y Carlos María S ta - eh lin , jesu íta, sobre la ’Historia de los fenómenos religiosos”, por estar ambos ausentes del Congreso. El ambiente de las sesiones fue m agn ífico y todas las ponencias muy bien centradas. El ú ltimo día presidió una sesión el Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de Salam anca, Dr. Francisco Barbado V iejo, O. P., que quiso realzar el Congreso con su presencia. Estas jornadas de espiritualidad, aunque demasiado intensivas, han constituido un éxito, y a la vez que felicitamos a los organizadores, quedamos en espera de la publicación completa de todas las ponen ­ cias, que no dudamos formarán un volumen de alto valor espiritual. S antiago de la C oruña , O. F . M. Cap.

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