PS_NyG_1961v008n001p0139_0142

1 4 2 SIGNIFICADO DEL ”YO” Por otra parte, la traducción explícita de la frase «yo me do­ m ino» sería, según G a lo t : m i persona, coloreada por el estado síquico voluntario, domina a m i persona m isma, considerada ba jo el as­ pecto efectivo. ¿No será menos engorroso traducir: mi tendencia su ­ perior prevalece sobre m is inclinaciones rastreras? Y sería difícil adi­ vinar que esta frase «mi persona está fuera de m i persona diver­ samente considerada», no era sino la traducción explícita de la vulgar expresión «yo estoy fuera de m í», es decir, m i estado síquico actual, violento, arrebatado, menos noble, es muy distinto del que suelo tener habitualmente. La distinción, para una m ism a persona, de varios yo se funda en el m ismo lenguaje ordinario. Los yo y los me (al que nos parece no debe darse un sign ificado especial, pues dependería del carácter propio de cada lengua ; así, en castellano, no es sino una form a exi­ gida por las preposiciones o el verbo, el yo es sólo nom inativo), de­ signan frecuentemente estados sicológicos, que son de la persona, pero que se distinguen de ella como se distinguen las actividades de su principio. Se ve clarísimamente cuando se trata de yo opuestos entre sí: yo estoy fuera de mí, yo desconfío de mí, yo me venzo, yo soy dueño de mí. D irectamente, se expresan los diversos estados síquicos del su ­ je to : mi estado síquico actual es muy distinto del que suelo tener habitualm ente, mi tendencia superior está siempre en guardia y do­ m in a m is inclinaciones rastreras. Es verdad que en esas y otras frases va también incluido el su ­ jeto. Pero sólo ind irectam en te; no es allí objeto directo de la sign i­ ficación del yo . En manera alguna podrá traducirse: m i persona está fuera de mi persona, sin necesidad de excusarse, como de expresión impropia. La excusa espontánea sería ésta : Quiero decir que hay en m i persona algo raro, que no suele estar otras veces. Por consiguiente, debe admitirse que todos nosotros, y en cu a l­ quier lengua, pronunciamos muchos yo que no sign ifican propiamente la persona, sino algo suyo y distinto de ella, como las operaciones del alma. No queremos con ello negar que otras m uchas veces, y aún con mayor frecuencia, el yo pronunciado por nuestros labios designa d i­ rectamente a la persona, o también al alm a simplemente. Todos estos significados del yo tienen su base en el lenguaje o r­ dinario; son, pues, lícitos todos. Y guardan una referencia común, que es ser objeto de conciencia; conciencia, sin embargo, sólo en sentido amplio, no estricta, cuando se trata de la persona como tal. J usto E zquerro R amírez , P bro .

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz