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JU STO EZQU ERRO R A M IR E Z 141 El acto de conciencia no es form alm en te operación de la persona sino de la naturaleza, que es su agente fo rm a l: sólo la naturaleza se percibe a sí m ism a en la conciencia estricta ; e lla m isma es, pues, el objeto de conciencia que expresamos primeramente con el tér­ m ino yo . Sobreviniendo luego la elaboración del entendim iento sobre los datos inmediatos de la conciencia estricta, deducimos que el prin ­ cipio formal de nuestros actos es independiente y se posee a sí m is­ mo. Y entonces, llamando a este conocim iento de nuestra persona­ lidad «conciencia» (en sentido amplio), designamos asim ismo su ob­ jeto, la persona, con el térm ino yo . La identificación del yo con la naturaleza, en cuan to principio formal de los actos, responde a nuestra experiencia primera. El yo es, pues, una expresión conciencial de la naturaleza hum ana como principio formal de los actos. Y expresión oral de la m isma naturaleza, y también de su personalidad. ¿Puede todavía hablarse de varios yo en una m ism a persona? Para G altier el yo hum ano designa los diferentes estados síqui­ cos de que tenemos conciencia ; «que sin duda pertenecen a una per­ sona, pero que se distinguen de ella como sus diversas actividades» *. Esta distinción es rechazada enérgicamente por el P. G a lo t: «En cuanto a la pluralidad del ”yo” sicológico en un hombre, es preciso observar que no se tra ta en realidad de muchos ”yo” : ¿habrá alguien que se atribuya muchos ”yo ” ? Cada uno considera su ”yo” como único, y muchos ”yo” significan muchas personas». Podría replicarse que, en el lenguaje ordinario, quizá no digan pre­ cisam en te: tengo muchos yo , y menos aún, soy muchos yo ; pero h a ­ blarán de yo diversos para una m ism a persona, de sus distintos e s­ tados síquicos: yo me domino, yo estoy fuera de m í... Y el P. G a lo t creerá necesario pun tualizar: «Aunque este ”yo ” , es verdad, pueda ser diversamente coloreado por los estados síquicos particulares, o pueda ser considerado igualmente ba jo aspectos di­ ferentes, la pluralidad no se encuentra de hecho en el ”yo” mismo, sino en sus estados o aspectos: así, por ejemplo, se podrá hablar del ”yo voluntario” que dom ina al ” me afectivo” : yo m e domino. Pro­ nunciando estas palabras, se suponen el ”yo” y el ”m e” idénticos, aunque considerados bajo puntos de vista diversos» (art. cit., p. 347). Pregun tam os: ¿Dónde queda excluido que el yo pueda significar directamente un determinado estado síquico? En tal supuesto, de­ bería admitirse la pluralidad del yo . 4. P. G a lt ie r , S. I., La conscience humaine du Christ, à propos de quelques publications récentes, en Greg., 32 (1951) 535.

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