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JOAQUIN DE E N C IN A S 93 ganización. Este proceso se verifica día a día y permite el reajuste de la tirantez interna en la vida social. Para que los diversos gru­ pos sociales no permanezcan estancados tienen que irse ajustando diariamente a esos cambios de necesidades, de sentimiento y de ideales que se reflejan a través de la periodicidad de la prensa La universalidad de la prensa refleja la diversidad y cruzamiento de vínculos entre los miembros de la sociedad moderna. La vida de los individuos, de los grupos de intereses y de los grupos nacionales se ha hecho universal. Ningún grupo nacional puede sentirse indife­ rente a lo que ocurre en las naciones más apartadas. Los grupos nacionales conocen esta implicación de intereses y temen o saludan las repercusiones que pueden tener para su propia existencia. Los grupos de intereses tampoco pueden sentirse indiferentes a la mar­ cha económica nacional e internacional, a los progresos de la téc­ nica, a los movimientos de población que afectarán en mayor o me­ nor grado su propia existencia. Los individuos se sienten solidarios a todos aquellos que sienten y piensan como ellos en todo el mun­ do, pero también se interesan por los descubrimientos que pueden afectar su posición profesional, en las posibilidades de trabajo que aseguran su existencia o una retribución más cuantiosa o por la marcha de la vida en general que tiñe de color rosado o sombrío su futuro propio y el de su familia. La prensa tiene que ser, por lo mismo, universal, cuantitativa y cualitativamente. El periódico es una enciclopedia en pequeño, por­ que los intereses del lector son muy varios: economía, cultura, de­ porte, etc. Todo lo que tiene una cierta importancia para la ma­ yoría del público lector es reflejado en la prensa. Y para que esta información responda a las exigencias de la vida, para que pueda orientar realmente a los grupos y a los individuos en su comporta­ miento la prensa tiene que ser objetiva. De suyo debería buscarse la objetividad en la información y comentario de los acontecimientos. Pero aquí es donde la concepción democrática —y el optimismo li­ beral que le sirve de base— ha sufrido mayores desilusiones. Las circunstancias históricas de la sociedad han hecho imposible esta universalidad tanto cualitativa, como cuantitativa. Ningún periódico puede abarcar la inmensa variedad de acontecimientos sociales. Por añadidura la prensa en los países democráticos es «partidista». Los grupos nacionales, los grupos regionales, las confesiones religiosas, y las sociedades económicas dan una versión y una selección de hechos que cuadran en su esquema ideológico y les prestan un co­ 23 . id ., pp. 74 ss.

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