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20 EL SA C R AM E N TO DEL BA U TISM O sino más bien llenándola de nueva vida bajo la influencia del sa­ cramento. 4. V en ta jas de una orientación sacramental de la espiritualidad. Nuestras reflexiones de teología kerigmática sobre el bautismo, creemos podrían resultar provechosas tanto para nuestra teología como para la espiritualidad. Desde un punto de vista más teórico el profundizar en la teología bautismal completa nuestros conocimientos en otros aspectos de la ciencia sagrada. Primeramente la doctrina de la Iglesia como Cuerpo Místico de Cristo. Por el bautismo entramos en Cristo y en su Iglesia. Continuamos viviendo en Cristo y en la Iglesia, ante todo, por los sacramentos. Igualmente, los sacramentos son manifestaciones sen­ sibles eternamente actuales de Cristo y de su Iglesia en el mundo, en cada uno de los cristianos. Por los sacramentos la vida entera de Cristo (sobre todo su muerte-resurrección) son realidad, vida y acon­ tecimiento personal en cada uno de nosotros. Sólo cuando hemos lle­ gado aquí hemos comenzado a comprender la doctrina revelada so­ bre el Cuerpo místico. La importancia de la doctrina sobre la Gracia en la vida cristiana y en la predicación es evidente. Pero una orientación sacramental contribuye más que ninguna otra a hacer más accesibles los miste­ rios de la gracia. En efecto, nuestros «tratados sobre la Gracia», se han ido formando con un insuperable trasfondo polémico, en lucha contra pelagianos y reformadores. En este sentido han logrado una gran perfección teológico-técnica; pero han perdido flexibilidad para ser aplicados a las necesidades espirituales del cristiano. En el N. T. y en los Santos Padres la doctrina de la gracia se desarrolla continua­ mente en torno a los sacramentos. Cuando los misterios de la deifi­ cación del cristiano se encarnan en los signos externos y tangibles del sacramento es cuando recobran toda la aptitud que tienen para ser asimilados por los fieles. Nuestra teología sacramentaría es más amplia y completa que la que lograron los Santos Padres. Conoce­ mos mejor los misterios de los sacramentos de la iniciación que ellos ya estudiaron con amplitud. Además, estamos mejor informados sobre los demás sacramentos que ellos estudiaron menos, doctrinal y espi­ ritualmente: penitencia, matrimonio, orden y extremaunción. Por eso la teología y la espiritualidad sacramentaría de los cristianos del si­ glo XX puede y debe ser más honda y completa que en cualquier épo­ ca anterior de la Iglesia. Si queremos dar al desarrollo de la vida cristiana, al «seguimiento de Cristo», su fundamento último hay que llegar a esta visión sacra

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