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ALEJANDRO DE V ILLA LM ON TE 71 tiano «conrresucitó» con Cristo. La celebración digna y bien prepa rada de la Vigilia Pascual, ella por sí misma ya es un auténtico «pro- clamación-kerigma» de la salvación de Dios que viene a nosotros en la Resurrección de Cristo y en el bautismo. Tal vez sería una buena práctica pastoral la celebración comuni taria de un «día del bautismo», ya sea toda la Comunidad parroquial, ya las diversas asociaciones devotas, particularmente los miembros de Acción católica. El baut'smo y la confirmación son la base teológica de su espiritualidad y actividad apostólica. Y esto aunque se haya ce lebrado debidamente la Vigilia Pascual. Ya que está tan cargada de contenido que el reiterar la «fiesta del bautismo» en otro día no la empobrece. c) El bautism o ha de ser ob jeto de la devoción individual. El «dies natalis» de un cristiano debería ser un bautismo, en que nació para Dios. El momento de la Misa es cuando el bautizado cumple en toda la plenitud posible su función sagrada como «adorador de la Trinidad» en Cristo y en la Iglesia. En este momento debe también tomar más viva conciencia de su dignidad y del «sacerdocio bautismal» que se le ha conferido: tomando parte activa en el Sacrificio de Cristo; ofreciéndose a sí propio como hostia a Dios; renovando la Alianza divina en la que fue admitido por el Bautismo y que ahora se renueva en la Iglesia entera con la Misa, sacrificio de la Nueva Alianza. Ofreciendo el sacrificio de la Misa con la Iglesia y con Cr:sto, se encuentra el cristiano en la plenitud máxima que en la tierra puede lograr su ser, su dignidad y misión de bautizado. Alejandro de Villalmonte, O. F. M. Cap.
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