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A L E JA N D R O DE V IL L A L M O N T E 17 Hijo, le sube a los cielos y le sienta a su derecha. La exaltación tiene también lugar fuera de Dios: Jesús es glorificado en la Iglesia y me­ diante la Iglesia en la creación entera, al serle concedido el título de «Señor» de la Iglesia y del universo : el nombre de «Kyrios», nombre que le da derecho a la adoración en el cielo, en la tierra y en los in­ fiernos. Según esto podemos ya comprender lo que sea el «seguir a Cristo». En su sentido más simple y elemental seguir a Jesús es «acom­ pañarle» día y noche por los campos de Palestina, después de haber dejado, por invitación de El, todas las cosas. Los discípulos sentían su existencia y destino ligados al del Maestro. El «acompañarle» en la actividad mesiánica llevaba consigo, como consecuencia, el que tam­ bién ellos estarían al lado de Jesús en los últimos tiempos, cuando instaurase su reinado. Antes de los acontecimientos pascuales, los se­ guidores de Jesús creían en un triunfo y en un reino terreno. Cumplidos los «hechos pascuales»: —'muerte, resurrección, ascensión, venida del Espíritu— , los apóstoles comprenden que seguir a Jesús consiste, ante todo, en incorporarse a su muerte (-humillación) y a su resurrección (-exaltación). La humillación (kenosis) de Jesús si­ gue un camino muy largo y amplio. A El, como Kyrios-Hijo de Dios, le correspondía la gloria desde el principio del mundo. Sin embargo, llevó una existencia «oculta» en Dios, sin aparecer en el mundo a re­ cibir la gloria que le correspondía. Esto ya fue para Jesús el comien­ zo de su camino de obediente humillación. Este «estado» interior de Jesús siguió toda la vida, por su actitud de obediencia al Padre. Do­ minó también su actividad mesiánica de predicador y obrador de mi­ lagros; su vida de servicio a Dios y a los hombres, en que Jesús apa­ recía continuamente como un «pobrecito de Dios». Resaltó su humil­ dad, de forma más marcada en los sufrimientos que tomó sobre sí mismo, en las tentaciones mesiánicas, hasta culminar en la tentación y dolor supremo de las horas de la Pasión y Muerte. Terminada la etapa de humillación Jesús es introducido por el Padre en la exaltación, en la gloria. Esta comprende los pasos ya antes indicados: resurrección, ascensión, asiento a la derecha del Padre para recibir los honores de Señor (-Kyrios) de la creación entera. Seguir a Jesús ha de consistir en «andar con El» este camino en su doble etapa de humillación-exaltación tal como se realizan, ante todo, en la muerte y resurrección. El texto fundamental y más denso para comprender esta idea del «seguimiento de Cristo» lo ofrece San Pablo en Fil. 2, 5-11: «Tened los m ism os sen tim ien tos que tuvo C risto... San Pablo nos describe en síntesis intensa la historia religiosa de Jesús como humillación-

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