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ALEJANDRO DE V ILLA LM ON TE 55 F) La virginidad consagrada a Dios. — Es considerada por los santos Padres como un sustitutivo del martirio, como en general la vida de los «ascetas», «monjes» y «religiosos». La virginidad consa­ grada a Dios significa y realiza —como el martirio— la total entrega a Dios del cuerpo del bautizado y de todo su espíritu (I Cor. 7, 32-33). El bautismo, por ser «comunión con la muerte de Jesús», es una llamada a la virginidad, en que el cuerpo es sacrificado a Dios y el hombre entero, vive sólo para El. Más explícitamente la entrega al Señor de su cuerpo, por la virginidad consagrada, hay que verla co­ mo un deseo del bautizado por participar más pronto y más expresa­ mente en la resurrección de Jesús. Comprendemos mejor esta idea reflexionando sobre la teología bautismal de San Pablo en Rom. 6, 1 ss. Cristo ya resucitó y tiene ahora una carne «neumatizada», gloriosa. Mientras dure el presente «tiempo» (aion), la Iglesia avanza hacia el cumplimiento del misterio pascual: ss Cristo que resucita en su Cuerpo Místico. La realidad cor­ poral de la Iglesia entra ya en un ambiente de resurrección por el bautismo, en que somos despojados del cuerpo de carne (Col. 2, 11; cfr. Rom. 6, 6). El cuerpo humano es ya —germinalmente, en espe­ ranza, en aspiración— , el cuerpo resucitado, carente de vida carnal. Por eso Jesús llama a los vírgenes hijos de la resurrección, que ya entraron en el estado propio del siglo venidero = el tiempo de la resurrección (Le. 20, 35 ss.). Ciertos fieles sacan las últimas consecuencias de esta consagración pascual de su cuerpo por el bautismo. Unidos al Cuerpo de Cristo ya no quieren conocer otra unión. Crucifican su carne y viven como re­ sucitados. Se desligan del acontecer mundanal, dependiente esencial­ mente de la generación carnal y viven bajo el Espíritu, como si las leyes del mundo no les afectasen. Como el bautismo, también la vir­ ginidad de los bautizados proclama ante el mundo que la resurrección de todos en Cristo, el cumplimiento del misterio Pascual está en mar­ cha. El fiel virgen lleva la resurrección de Jesús en su misma carne mortal; la resurrección de Jesús en la que fue introducido por el bautismo 40. G) El matrimonio de los bautizados. — Puede ser considerado co­ mo un modo concreto de realizar el sacerdocio bautismal. Por el bautismo los cristianos son capacitados para ser m in istros de este sacramento; y por tanto el uno para el otro de los contrayentes ad­ ministra la gracia sobrenatural y el don de Cristo. 40. S o b r e e s te e n c u a d r a m ie n t o d e la v ir g in id a d c r is t ia n a e n e l m is t e r io d e la r e s u r r e c c ió n y d e l b a u tis m o , c fr . D u r r w e l l , L a r é s u r r e c t io n d e J é s u s m y s ­ t è r e d e s a l u t (P a r is , 1954), p . 32 2 ss.

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