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54 E L SACRAMENTO DEL BAUTISMO a los actos dolorosos de Jesús que sufre por nuestros pecados y los de todo el mundo. El dolor es sobreelevado a medio de purificación, expiación, redención; glorificación de la Trinidad y salvación de nues­ tros hermanos los hombres. D) Sentido cristiano de la muerte. — Como todo hombre, el cris­ tiano muere bajo el peso de la ley natural, ya que es algo connatural a su constitución física. Para la mirada de un teólogo todos morimos en castigo de haber pecado en Adán. Pero la razón teológica más profunda de por qué muere un bautizado hay que verla en ésto: la muerte es para él una configuración visible, externa, con la muerte de Cristo. La «comunión con la muerte de Cristo» se inauguró para nosotros en el bautismo. El sacrificio interno de Cristo tuvo su ex­ presión externa y complemento en la muerte real de la Cruz. Lo mismo para el bautizado: éste muere para que la vida de Jesús se manifieste también en su misma carne mortal. Cada bautizado es el sacerdote de su propio cuerpo. Lo inmola a Dios en la hora de con ­ morir con Cristo. El carácter bautismal dignifica la muerte hasta dar­ le categoría sagrada de sacrificio al lado de la Cruz de Cristo. E) Vocación al martirio. — El supremo sacrificio del cuerpo del bautizado tiene lugar en el martirio. La disposición al martirio es esencial a la Iglesia, que siempre debe estar preparada para sacri­ ficarse por su Esposo y llegar a la máxima participación en su Pasión y Muerte. De hecho nunca falta, por la bondad de Dios, esta forma de reproducir la Pasión de Cristo, en modo sangriento y dramático. Por el baut'smo se verificó la Pasión de Cristo en cada cristiano; pero en forma incruenta, misteriosa, invisible, sacramental. En de­ terminadas circunstancias el cristiano es llamado a realizar la in­ corporación a la Cruz de Cristo en forma pública, solemne, dramá­ tica y cruenta, por medio del martirio. Recordemos aquí la conocida doctrina de la relación profunda entre bautismo y martirio, expresada en el hecho de que ambos acontecimientos son llamados «bautismo»: de agua y de sangre. El más perfecto es el bautismo de sangre, hacia el cual tiende el bautismo de agua. Lo mismo en Cristo que en sus cristianos 33. El martirio es también la más perfecta manifestación del «segui­ miento de Cristo», según Apoc. 20, 4. Por eso, lo mismo que el bau­ tismo es llamada y exigencia al seguimiento de Cristo y su realiza­ ción sacramental, es también llamada, exigencia y capacitación para el seguimiento perfecto que tiene lugar en el martirio. 39. C fr. C am e lo t, Spiritualité du baptéme, pp. 267-280.

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