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52 E L SACRAMENTO DEL BAUTISMO ofrecido y sacrificado sobre el altar como lo está Jesús •1T. Sobre la distinción entre el sacerdocio jerárquico y el sacerdocio laical volveremos a hablar al final de esta sección, cuando hayamos visto las actividades no sacrificiales del sacerdocio bautismal. 4. Actividades no-sacrificiales del sacerdocio bautismal. La función sagrada de «sacrificar» es ciertamente la principal, pero no es la única del sacerdote: Jesucristo nos redimió con su ora ción, predicación, legislación, sacrificio. Lo mismo hace todo otro sa cerdote 38. A) La Misa del día e n te r o : Introducido en movimiento sacrificial de Cristo en el momento de la Misa el bautizado debe continuarlo durante todo el día. Jesús, al entrar en el mundo se ofreció como Víctima al Padre (Hb. 10, 7). Durante toda su vida continuó el estado de Víctima hasta culminar en la Cruz y en el cielo. El bautizado se incorpora a este «estado de Jesús» en el momento del bautismo con la participación de su Muerte. Culmina la participación en la Misa y debe continuarla durante todo el día. Las aplicaciones parenéticas de esta doctrina saltan a la vista. B) La oración del bautizado. — San Pablo subraya con notable interés la presencia del Espíritu en la oración del bautizado: ” El m ism o Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza, porque nosotros no saibemos pedir lo que nos con v ien e; mas el m ism o Espíritu aboga por nosotros con gem idos inenarrables y el que escudriña los cora zones sabe cuál es e,l deseo del Espíritu, ya que in tercede por los saiitos según Dios” (Rom. 8, 26-27). El impulso del Espíritu era el que alimentaba interiormente la oración de Jesús. Sumergido por el bautismo en el Espíritu de nuestro Señor Jesucristo, sen te el cristiano idéntico impulso y apoyo para su oración. En primer lugar para la oración pública, para la oración litúrgica que la Iglesia realiza por sus miembros bajo la ins piración del Espíritu, su Alma. Y luego la oración privada de cada fiel, estimulada y sostenida también por el Espíritu de Cristo. El Espíritu de Cristo, su fuerza en nosotros, da continuamente testimonio de que somos hijos de Dios ante el Padre y así el Padre acepta complacido la oración que brota del corazón del hijo y todas las obras realizadas en ambiente de oración. El Espíritu pide con tinuamente desde nuestro interior, que se consume la filiación divina 37. M is a v o t. d e la T r in id a d , S e c r e t a . 38. S o b r e e l t e m a d e e s t e a p a r t a d o v é a s e e s p e c ia lm e n t e S c h m a u s , D o g m a t ik I V /1 , p p . 138-146. P h ilip p o n , L o s S a c r a m e n t o s e n l a v id a c r i s t ia n a , p . 21 s s „ 53 ss.
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