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50 E L SACRAMENTO DEL BAUTISMO quien dice válidamente las palabras de la consagración «ofrece sa­ crificio» en sentido riguroso y técnico. b) Sin embargo, los fieles «ofrecen» cuando se entiende la pa­ labra en sentido más amplio: ellos, con sus actos físicos, presentan a Dios la Víctima (los dones que han de ser transubstanc'.ados) y lue­ go de la consagración presentan la Víctima degollada como obsequio de adoración, acción de gracias y petición ante Dios. Sensibilizando un poco esta doctrina podemos decir: los fieles acompañan con sus actos al sacerdote ordenado y están en perfecta intimidad con él todo a lo largo de la Misa, hasta la consagración. En este momento quedan solos Jesucristo y el sacerdote, los fieles permanecen .«alejados» mientras Cristo y su ministro realizan la con­ sagración. Terminada ésta se incorporan de nuevo los fieles al mi­ nistro y le acompañan de nuevo en la ofrenda de la Víctima. Si necesitamos decir esta verdad en fórmulas todavía más pre­ cisas podemos afirmar: a) El simple bautizado no pone ninguna acción personal física que influya causalmente en la destrucción de la Víctima divina (en la consagración), por consiguiente, el bau­ tizado, no es sacerdote, en sentido pleno, «autónomo» y «perfecto», ya que el fiel no es «inmolador» de Cristo. El, personalmente, no tiene suficiente capacidad sagrada y autonomía de acción para inmolar por su acción personal sola (sin la de otros hombres), a Jesucristo. — b) Sin embargo, el bautizado colabora a «sacrificar» a Cristo con una colaboración moral real: con su fe, y los demás actos por los que identifica su voluntad con la voluntad de Cristo, de la Iglesia y la del sacerdote jerárquico. Igualmente, como ya dijimos, en la ofrenda de la Víctima, ya sea antes ya después de la consagración, el bautizado colabora en sentido lleno, con sus acciones físicas cualita­ tivamente iguales a las del sacerdote jerárquico. Esto nos autoriza para formular la conclusión final sobre el sacer­ docio de los fie le s : Todo bautizado es verdadero sacerdote, en sentido propio de la palabra y propia y formalmente ofrece en la Misa. Pero su sacerdocio es sólo «analógico», imperfecto, subordinado y carente de «autonomía de acción», porque es incapaz por sí sólo de inmolar a Cristo, de consagrar . C) Participación moral de los fieles en la Misa. — La participa­ ción «física-personal-autónoma» de los fieles en la Consagración, que­ da excluida y con ello se marca una diferencia «cualitativa, jerárquica» infranqueable entre el sacerdocio bautismal y el sacerdocio jerár­ quico. Pero con este aspecto «negativo» no hemos agotado el alcance del sacerdocio bautismal, resta un campo de actividad y cooperación positiva de horizontes muy amplios.

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