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48 E L SACRAMENTO DEL BAUTISMO que, lo que realizan los sacerdotes de modo especial, eso mismo lo hace en forma general el deseo de los fieles» 3\ En la analogía de la fe encontramos también amplio fundamento para afirmar esta participación de todos los bautizados en la Misa; ya que tal afirmación está en perfecta armonía y es como conclu­ sión de otras verdades más fundamentales en la economía de sal­ vación. Como consecuencia de la doctrina del Cuerpo M ístico, sabemos que Cristo, por el sacrificio de la Cruz, se constituye en forma actual y perfecta Cabeza de la Iglesia redimida. Por tanto, el Sacrificio euca- rístico ya no lo ofrece El sólo, sino siempre como Cabeza de una sociedad cultual, que es la Iglesia, congregada en su nombre y por El para dar culto perfecto a la Santísima Trinidad. Toda la crea­ ción, el hombre especialmente es una modulación cultual al Dios Trino. Cristo, supremo adorador y glorificador de la Trinidad, recoge en la Misa este culto y lo ofrece al Padre. La creación entera y espe­ cialmente los incorporados a Cristo por el bautismo, adoran al Padre con Cristo en la Misa. La Misa, como sacrificio del N. T., tiene que ser ofrecida por la Comunidad eclesial, como acto principal del culto público y social que debe a Dios. Ahora bien, un acto público y social, con toda verdad puede decirse que es ofrecido por toda la Comunidad, cuyo es el sa­ crificio. Cada uno de los miembros de la Iglesia recibe, por el carácter bautismal, «consagración» para ofrecer el sacrificio, en planos jerár­ quicamente diversificados. El sacerdote «ordenado» que tiene potestad rigurosa para ofrecer, lo hace en nombre de Cristo y como ministro suyo; pero también tiene representación de todos los fieles. La «representación» en cada uno de los dos casos es, sin embargo, diferente: No es que los fieles hayan dado al presbítero u obispo una delegación para que en nombre de ellos ofrezca a Dios. La delegación para que en nombre de ellos ofrezca a Dios, la recibe de Dios, pero Dios mismo con el poder le dio también la representación del pueblo. Según Pío XII «el sacerdote hace las veces del pueblo porque representa la persona de N. S. Jesu­ cristo, en cuanto El es la Cabeza de todos los miembros y se ofreció El mismo por ellos. Por eso va al altar como ministro de Cristo, siendo inferior a El, pero superior al pueblo» 36. B) Naturaleza y alcance de esta participación. — Vamos a expo­ 35. D e S a c r o A l t a r is M y s t e r i o , lib . 3, c a p . 6 ; M L . 217, c o l. 843. S6. M e d ia d o r D e i, T e x t o O fic ia l E s p a ñ o l e n E c c l e s ia 7 (1 9 4 7 ) 2.” S e m e s tr e , p. 6 6 2 ; n r . 336, p . 18.

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