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46 EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO Esta participación en la dignidad y destino mesiánico de Jesús, se le da al bautizado, no como hombre aislado, sino como incorporado a la Iglesia. La Iglesia es la auténtica y más directa portadora de la misión mesiánica de Jesús en toda su amplitud, ya que la Iglesia en cuanto Iglesia recibió la misión. Pero la Iglesia cumple su misión de hacer perenne la obra mesiánica de Cristo, por medio de sus miem­ bros, de todos sus miembros, en el grado y medida concreta que la misma Iglesia determine. Hay, pues, una distinción jerárquica cua­ litativa en los diversos grades en que la dignidad mesiánica es par­ ticipada en la Iglesia: bautizados, confirmados, ordenados. Pero la distinción no anula el hecho de que todos los fieles realmente par­ ticipan de tal dignidad y responsabilidad mesiánica, ya por el bau­ tismo. La unión hipostática es la unción sustancial que recibe Cristo para instaurar el reino de Dios, ejerciendo sus poderes de sacerdote (sacrificio y oración), rey (poder legislativo) y profeta (Maestro de las verdades sobrenaturales). La Iglesia, como Cuerpo de Cristo, re­ cibe en plenitud esta triple potestad y la ejerce. Todo miembro de la Iglesia —todo bautizado— tiene también parte en esta triple dig­ nidad y función mesiánica. Participación que recibe por el carácter sacramental en sus diversos grados: carácter bautismal, confirmal y de orden. La función fundamental del sacerdote es la de ser sacrificador. Pero también ha de ejercer otras actividades no estrictamente sa­ crificiales : oración, bendición y todo aquello que sirva para consagrar a Dios su propia actividad, la actividad humana en general y el uni­ verso. Tratamos por separado las funciones sacrificiales y no-sacri­ ficiales del sacerdocio bautismal. 3. Actividades sacrificiales del sacerdocio bautismal, e. d., par­ ticipación de los bautizados en el sacrificio de la Misa. El efecto más destacado del sacerdocio bautismal es la capacidad que otorga a cada cristiano para participar activamente en el sa­ crificio del N. T., la Santa Misa. Las enseñanzas de la teología en este punto son susceptibles de mayor hondura y precisión. Por otra parte el silencio bastante acentuado que se guardó sobre este tema, ha ocasionado la ignorancia de los fieles y el que les suene un poco extraño. Sin embargo, aunque el tema sea difícil es de gran interés pastoral: contribuye a incrementar en los fieles la conciencia de su dignidad de cristianos, que llega a su máxima expresión preci­ samente en el momento de la Misa, en la que ellos actúan al lado del sacerdote. Crea también un estímulo para que los fieles asistan

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