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ALEJANDRO DE V ILLA LM ON TE 45 tianos 3\ En el siglo x i i i la teología hace los primeros intentos de sis tematización, poniendo al sacerdocio bautismal en especial relación con el carácter. Posteriormente se desarrolló poco esta doctrina del sacerdocio bautismal, sin duda como precaución de tipo polémico contra los Protestantes, que afirmaban solamente el sacerdocio ge neral de todos los fieles y negaban el sacerdocio jerárquico. En nues tro siglo está logrando un gran desarrollo esta doctrina del sacer docio bautismal, en sus fundamentos científicos y en sus aplicaciones en la vida y actividad de la Iglesia. Más abajo, al hablar de la par ticipación de los fieles en el sacrificio de la Misa, volveremos a en contrar nuevos testimonios sobre el sacerdocio bautismal. B) Conexión con toda la teología bautismal. — Esta doctrina del sacerdocio bautismal, está en conexión íntima con toda la teología bautismal, tal como la estamos exponiendo en nuestro estudio. Siguiendo a San Pablo, hay que concebir al bautismo como una participación y comunión en la muerte-resurrección de Jesús. Ahora bien, para que ésta nuestra «comunión» en la muerte y resurrección de Jesús tenga un similar sen tido divino, tenemos nosotros que par ticipar también de aquel m odo de ser, de aquella dignidad de Cristo que daba sentido divino (salvifico) a estos hechos de la vida de Jesús. Este «modo de ser» era la Unción mesiánica por la que recibió la dignidad sacerdotal, regia y profètica. Precisamente, los actos me- siánicos por excelencia de Jesús —su muerte y resurrección— tuvie ron sentido divino y salvador, porque estaba Ungido por el Espíritu de Dios y «acreditado» como enviado suyo por milagros y señales (Act. 2, 22). El hombre que entra en la muerte y resurrección de Cristo por el bautismo, lleva también en sí la unción mesiánica de Jesús. Jesucristo tenía misión para establecer en el mundo el reino de Dios. El establecimiento lleva consigo la glorificación de Dios y la salvación de los hombres: por la predicación de la palabra, por la sujeción al querer divino en la obediencia a sus leyes; por la oración y el sacrificio, principalmente. Por eso, participar en la dignidad mesiánica de Cristo lleva consigo participar en la tarea de glorificar al Padre y salvar a los hombres: para ambas cosas está capacitado el bautizado y, además, obligado por su bautismo. Es responsable de que Dios sea glorificado en la creación y en una medida determinada, pero siempre real, es responsable de la salvación de los demás hombres. 32. C fr . S c h m a u s , D o g m a t ik , B d . I V /1 , p p . 126-129. G r a n a b u n d a n c ia d e te s t im o n io s s e e n c u e n t r a n e n la o b . c it. d e C o n g a r , J a l o n s p o u r u n e T h é o l o g ie d u L d ic a t . D a b in , L e s a c e r d o c e R o y a l d e s f i d è l e s .
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