PS_NyG_1961v008n001p0013_0071
32 E L SACRAMENTO DEL BAUTISMO Místico. El bautismo nos da esa unidad transcendental del Cuerpo Místico al introducirnos en el Espíritu Santo, que es, como la at mósfera en que se desarrolla la vida del Cuerpo Místico, y de todos los que están en Cristo. El agua viva del bautismo es símbolo del Espíritu; introducidos en el agua somos introducidos en el Espíritu Santo. La misma idea se expresa en la afirmación de que el Espíritu Santo es el alma de la Iglesia. Al centrar en el agua bautismal, entra el hombre en el Espíritu y en la Iglesia. B) El bautism o nos hace ’’uno en Cristo” . —•En la carta a los Gálatas, se propone el bautismo como medio de lograr la unidad del Cuerpo Místico bajo otro aspecto: en cuanto el bautismo que reci bimos todos nos hace uno en C risto: «cuantos en Cristo habéis sido bautizados, os habéis vestido de Cristo» (Gál. 3, 27-29). ’’Sumergidos en Cristo” : teniendo en cuenta el sentido y los lu gares paralelos el ser «bautizados» en Cristo hay que traducirlo «ser sumergidos en Cristo»; en un sentido cuasi-local, como si Cristo fuese un mar en el que fuésemos sumergidos para vivir en El. San Pablo se presenta al Cristo glorioso como un ser lleno del Espíritu, como una sustancia espiritual que lo llena todo con su presencia: con su doctrina, con su recuerdo, con su gracia, con su Espíritu, sobre todo. Cristo es un sol que llena todos los espacios espirituales con su res plandor y calor vital, de modo que entrar en Cristo es entrar en la luz (Col. 1, 12). Es Cristo glorioso, resucitado, una atmósfera en que debe entrar el hombre por el bautismo y en la que debe vivir con tinuamente. La inmersión espiritual en Cristo es lo que da su valor al rito externo de ser sumergidos en el agua. Recuérdese el simbo lismo de los pececillos —los fieles bautizados— , nacidos en el agua del bautismo, en Espíritu, en Cristo resucitado. Vestidos de C risto: En el uso bíblico el vestirse no es un mero so breponerse exteriormente una vestidura, sino que frecuentemente sig nifica, investirse, apropiarse, quedar poseído, impregnado, dominado por la realidad que nos viste En este contexto hay que entender la expresión de «vestir al Señor Jesucristo» (Rom. 13, 14; Gál. 3, 27; cfr. Col. 3, 9). Había entre los orientales y en la cultura helenística una que llamaríamos «mística del vestido», o simbolismo religioso del vestido. El vestido en la antigüedad, significa la dignidad, el estado y el poder de una persona. No es un mero signo externo. Dado el rea lismo y la tendencia a los símbolos, es el vestido aquéllo mediante lo cual alguien se constituye en lo que es dentro de la comunidad hu mana: el rey, el sacerdote, el soldado, el filósofo, se hacen tales por su vestido específico. Dentro del cristianismo se conserva esta «mís tica de vestido», en el vestido de los bautizados, en los vestidos sa
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz