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A L E JA N D R O DE V IL L A L M O N T E 31 En la actual economía de salvación no es posible participar de la vida divina sino en Cristo, y a Cristo lo encontramos únicamente en la Iglesia. Para los hombres, Dios se hace accesible en su Templo que es el Cuerpo de Cristo, en el cual habita corporalmente la Divinidad Por eso se prevé que entrar en la Familia de Dios ha de ser entrar en el recinto donde vive la Trinidad: el Cuerpo de Cristo. Porque los pecadores viven en un desierto, pero la Iglesia está llena de la San tísima Trinidad, según frase de Orígenes 2l. El Cuerpo de Cristo, donde vive la Trinidad, es el Cuerpo físico, la Carne del Señor y también su Cuerpo neumático-místico, que es la Iglesia. El bautismo nos introduce en el Cuerpo Místico de Cristo. Pero a su vez el Cuerpo místico de Cristo tiene un doble aspecto, una doble vertiente: como realidad visible y como realidad invisible. Bajo ambos aspectos es el bautismo la pu<erta de la Iglesia. 1. Incorporación a la Iglesia en cuanto sociedad invisible, Cuerpo Místico. No es legitimo hablar de una doble Iglesia: una que fuera reali dad espiritual, Cuerpo Místico de Cristo; y otra realidad visible, so ciedad jerárquicamente organizada. Es una idéntica realidad: la santa Iglesia jerárquica, Cuerpo Místico de Cristo. Pero sí es lícito distinguir la doble vertiente o aspecto de la misma realidad al modo indicado. A) Somos bautizados para form ar la unidad en el Cuerpo Místico. En I Cor. 12, 4-31, compara San Pablo la unidad de todos los redimidos con la unidad vital que tienen entre sí los diversos miembros de un organismo humano. Dejando otros aspectos, lo que ahora nos in teresa subrayar es la importancia que el bautismo adquiere en orden a dar unidad a todo ese conjunto de hombres que han sido llamados a ser cristianos: ’’todos fu imos bautizados en razón de form ar un solo cuerpo, ya seamos judíos, ya griegos” (Gál. 3, 28). La unidad del bau tismo crea la unidad del Cuerpo de Cristo (Cfr. Ef. 4, 5). Jesús llamó al bautismo regeneración en el Espíritu Santo, y San Pablo le llama baño de regeneración y renovación del Espíritu Santo (Tit. 3, 5-6). Con ello se quiere decir que el Espíritu Santo es quien da al bautismo la potencia justificadora y unifiicadora del Cuerpo I I I .— E L B A U T I S M O S A C R A M E N T O D E L C U E R P O M I S T I C O de amor viva. Véase A. A. O rtega, Razón teológica y experiencia mística (Madrid, 1944) p. 133 ss. 21. Select. in Ps. 23, 1; M G . 12, 1265.
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