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2 8 E L SA C R AM E N TO DEL B A U TISM O lizar» la gracia ds Dios. Los incrédulos haciendo de lo sobrenatural un resultado de la evolución religiosa del espíritu humano. Los cre yentes «connaturalizan» la elección divina de que han sido objeto hasta llegar a tomar su cristianismo como una situación «normal» y lógica de su existencia humana. La gratuidad de la elección y de la Alianza era uno de los grandes temas de la predicación profètica del A. Testamento. La gratuidad de la elección a la vida cristiana y la Alianza en que el hombre entra por el bautismo, debe trasparentarse frecuentemente en la predicación a los cristianos. Som os en sílanos por la gracia de Dios. E) Rem isión de toda culpa y pena. —La vida natural se comuni ca al hombre en estado virginal, exenta de taras y llena de vigor. Así sucedía, al menos, en el estado de integridad paradisíaca. La semilla o germen de Dios que se siembra en el alma del bautizado viene a limpiar de toda adherencia extraña, de todo pecado que pudiera im pedir su desarrollo. El hecho está ampliamente asegurado en la Escritura. El bautis mo es llamado «redención», porque en el se incorpora a cada indivi duo en la redención de Cristo 15. Es así mismo «remisión de los pecados»; siendo éste, aunque negativo, imo de los aspectos más resaltados del bautismo 1C. Otras veces se le llama purificación, santificación 17. La razón de este hecho hay que hacerla derivar de la teología paulina sobre el bautismo como reproducción eficaz de la muerte y resurrección de Cristo en cada bautizado, según veremos reiterada mente. Por eso, comenta Santo Tomás, a todo bautizado se le co munica la pasión de Cristo como remedio del pecado como si él mis mo hubiese sufrido la pasión y muerte. Y como la pasión de Cristo satisfizo por todo pecado y pena de pecado, así el bautizado se ve libre del reato de cualquier culpa y de la pena debida por la culpa 18. D en tro de la liturgia bautismal se expresa dramáticamente esta idea de la muerte al pecado bajo diversos ritos y símbolos. Es impresionante, en este sentido, el rito de los exorcismos para lanzar al diablo del alma del bautizado. Todas las ceremonias pre vias a la administración del sacramento, hacen alusión a la supera ción del pecado y del mal cuya personificación es el diablo: el triple soplo del sacerdote al principio de la ceremonia; signación con la cruz para que rompa todo lazo con satanás; el exorcismo de la sal 15. I Cor. 1, 30; E f. 1, 7; Col. 1, 14; I Pet, 3, 20, 21. 16. Act. 2, 38 ; 22, 16 ; Rom . 8, 1 ; Rom . 6, 2ss. 17. Jn . 3, 25-26; I Cor. 1, 30; I Pet. 3, 21. 18. Sum. Theolog., I I I , q. 69, art. 2, resp.
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