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8 EL C E LIB A TO Y LA B IB L IA nial; contesta simplemente a cuestiones propuestas por los Corintios. En una sociedad tan corrompida, tan llena de incentivos, considera el matrimonio, no como el menor de los males, sino como un nece­ sario refugio contra el mal. El matrimonio no es algo odioso para un cristiano, como algunos corintios piensan, sino, más bien, para la mayor parte, una verdadera obligación: «mas, para evitar la forni­ cación tenga cada uno su mujer, y cada una tenga su marido». Quien escribió las páginas tan profundas y diáfanas de Efesios (2, 22. 23. 32. 33), no puede tener una visión peyorativa o despreciativa del ma­ trimonio. Dos vocaciones existen en la vida cristiana y las dos igual­ mente «don de Dios»: una, más ordinaria, más común: el matrimo­ nio; otra, más restringida, más extraordinaria: el celibato (7, 7). Las palabras del protestante Allmen 6, «este texto ha sido tergi­ versado por la interpretación de generaciones de exégetas célibes para quienes el matrimonio era una especie de caída...», pueden ser rechazadas en un argumento «ad hominem», con otras palabras de otro comentarista protestante 7: «Tal vez comprendamos mejor el deseo del Apóstol, si aceptamos lo que narra; no tanto el hecho de permanecer célibes, cuanto la posesión de la gracia de la continencia, sin la cual es desastroso permanecer célibe. Dios le dio a él esta gracia y desea que todos los hombres la tengan». En los versículos 25-36 expone tres razones fundamentales que en­ salzan el celibato sobre el matrimonio: «Acerca de las vírgenes no tengo precepto del Señor; pero doy consejo como quien misericor­ diosamente ha alcanzado del Señor el ser fiel. Entiendo, pues, ser ésto bueno, a causa de la urgente necesidad; a saber, que es bueno al hombre estarse así. ¿Estás ligado a la mujer? No busques ser des­ ligado. ¿Estás desligado de mujer? No busques mujer. Pero si ya te hubieres casado, no pecaste; y si se hubiere casado la doncella, no pecó; tribulación, empero en la carne tendrán estos tales; mas yo os la ahorro. Esto, pues, digo, hermanos: el tiempo es limitado. Por lo demás, que aún los que tienen mujeres se hallan como si no las tuviesen; y los que lloran, como si no llorasen; y los que se gozan, como si no se gozasen; y los que compran, como si no poseyesen; y los que usan del mundo, como si no usasen. Porque pasa la figura de este mundo. Y quiero que viváis sin preocupaciones. El soltero se preocupa por las cosas del Señor, cómo agradará al Señor. Mas el ca­ sado se preocupa por las cosas del mundo: cómo agradará a la mu­ 6. Vocabulaire Biblique (Neuchatel-Paris, 1956), art. Manage, 169. 7. A . R o b e r t s o n a n d A . P l u m m e r , The International Critical Commentary, A Critical and Exegetical Commentary on the First Epistle of St. Paul to the Co­ rinthians (Edinburg, 1958) 136.

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