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BU E N A VEN TU R A DE S A N T A M A R IA 343 —Bueno, ésto ha sido soñar un poco, Sr. Aliseda. ¿Puede ahora decirme alguna cosa sobre sus planes concretos de acción renova­ dora litúrgica? —Estamos empeñados en la campaña de la misa. Pero, pasada ésta, habrá que emprender otra para revalorizar los sacramentos, comenzando por el bautismo. Después el año litúrgico y, más con­ cretamente, Cuaresma y Pascua. La cuaresma está absorbida por una predicación que básicamente es buena, pero carece de colorido li­ túrgico y de orientación hacia la Pascua. Nuestro pueblo no ha lle­ gado a penetrar la Vigilia Pascual porque su Cuaresma no tiene el debido tinte bautismal, o mejor, catecumenal, con los grandes temas de Exodo, que eran antiguament la base de la catequesis, como se refleja todavía en las lecciones bíblicas de las misas cuaresmales, las más ricas del año. —Una pregunta que quizá sea aventurada: ¿qué espera del pró­ ximo Concilio en orden a la renovación litúrgica? —Creo sinceramente que el Concilio Vaticano II hará una obra litúrgica similar a la realizada por el de Trento. Será el instante en que se logre la reforma litúrgica que necesita la época actual y que ya inicó tan felizmente Pió XII. Las reformas afectarán al misal y al breviario, por la íntima conexión entre ambos y, yo espero que el Concilio proporcione algún libro litúrgico a los propios fieles, para que éstos, a la manera de ritual doméstico, tengan un libro oficial con que administrar ciertos sacramentos en caso de urgencia (bau­ tismo, matrimonio), rezar determinadas oraciones y hacer cultos do­ minicales en ausencia del sacerdote. Otra resolución que también se espera del Concilio es la restauración del diaconado, que hoy prác­ ticamente no existe como ejercicio en la Iglesia Latina. —¿Qué se podría hacer en punto a renovación litúrgica en los centros de enseñanza? —En los centros de enseñanza deben considerarse dos cosas: la práctica y la pedagogía. Se puede y se debe enseñar a participar en la misa y se debe iniciar a los alumnos en el misterio del culto. Los misales en manos de los alumnos han sido un gran paso. Ahora hay que hacerles actuar mucho más. En tales centros tienen plena cabida las vigilias bíblicas como manera normal de culto vespertino, para domingos y fiestas. Existe un tipo de vigilia breve, cuya du- racón puede oscilar entre diez y quince minutos, y son de gran ju­ gosidad y variedad. Nos faltan todavía formularios y selección de temas y textos. Salmos y cánticos creo que, de momento, tenemos los suficientes. —Muchas gracias, D. Casimiro, por estas precisas y preciosas

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