PS_NyG_1960v007n002p0335_0353

BU E N A V EN TU R A DE S A N T A M A R IA 337 —Sr. Ruiz-Giménez, vengamos ahora a una parte más positiva. ¿En qué acontecimientos cifra su confianza como cristiano de 1960? —¡Cualquiera de esos rasgos tiene, junto a su vertiente de som­ bra, su vertiente de luz. El em p leo de la té cn ica al s e rv ic io del h om b re puede ser un instrumento eficacísimo para la elevación del nivel de vida de todos los pueblos y para la nivelación de las condiciones de existencia entre los hombres de todas las latitudes. Lo cual abriría una oportunidad, inédita hasta este momento, en la Historia, para dar realidad a la exigencia cristiana de igualdad y de justicia para todas las criaturas de Dios. Y también es motivo de esperanza ese afán de s u p e ra c ió n de p u g ­ nas e n tre las na ciones. Está vivo en el alma de las multitudes, más que en el cálculo de los gobernantes. Los hombres quieren la paz. Presienten, más o menos oscuramente, la belleza del dogma cristiano de la c om ú n h e rm a n d a d de todas las razas y de todas las gentes. —Pasemos al mundo de las ideas. ¿En cuáles de las que hoy cir­ culan por el mundo pone su mayor esperanza? —En una idea que es tan vieja como el Evangelio, pero que ahora está siendo redescubierta por las ciencias de la cultura y por la filo­ sofía: la id e a del p ró jim o , de la comprensión y re sp e to a l otro. El «homo homini sacra res», de nuestro Séneca, rebrota con exigencia inexorable de una humanidad que aspira a vivir. —En cambio, ¿no se irá perdiendo la idea de Dios? ¿No estaremos caminando hacia un ateísmo colectivo? —Creo más bien que el proceso de descristianización de los tres últimos siglos —.en las masas, en las minorías de dirigentes, en las instituciones— , ha llegado a un momento de crisis radical. Es cierto que hoy, desde distintos ángulos, se denuncia un ateísmo científico, ético —el de algunas corrientes existencialistas— , y político —espe­ cialmente el del materialismo marxista. Pero, no es menos cierto que la situación de a n g u stia y d esesp eran za a que ha llegado en muchas latitudes el hombre moderno, está fomentando una soterrada sed de tra s c e n d e n c ia , una in c o e rc ib le n o sta lg ia de D ios. Por eso, 1960 puede ser una hora providencialmente decisiva para los cristianos que de verdad crean en Dios, y amen a sus hermanos, los hombres. —Dios le oiga, Sr. Ruiz-Giménez. Me complace su optimismo. Vol­ vamos ahora la vista a España. ¿Qué hechos españoles —de los que se están desarrollando— le parecen de mayor trascendencia? — E n lo p o s itiv o , la creciente toma de conciencia, por las genera­ ciones jóvenes, de la necesidad de tra n s fo rm a r m u y p ro fu n d am e n te

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz