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3 2 0 L O S PR O B L E M A S A C TU A L E S DEL C A T O L IC ISM O .., gidos para puestos de comisiones nacionales o internacionales. Igual­ mente los consagrados a tareas tan ineludibles como son las docen­ tes: enseñanza en los Seminarios, colegios, liceos, facultades supe­ riores, universidades... Todo ello fuerza a restar bastante personal de ese número absoluto de sacerdotes que, en teoría, les hemos consi­ derado como actuantes directamente en la cura de almas en esos países; y automáticamente se eleva la cifra de fieles que, de hecho, a cada apóstol allí corresponde. De los 4 a 5.000 anotados con anterioridad, habrá que subir a los 8, 15, 20 y hasta 32.000 fieles que cada sacerdote ha de formar e ins­ truir, como acontece en no escasas parroquias y también diócesis de tan extensos territorios (5). 5. Sirvan de confirmación los siguientes datos que entresacamos de las is- formaciones del Anuario Pontificio de 1960. Roma, 1960. Daremos saltos de una a otra de las repúblicas Hispanoamericanas : C U B A : la diócesis, v. gr., de Cienfueyos, cuenta con 1.000.000 de católicos, y el total de sacerdotes, tanto diocesanos como religiosos, es exclusivamente de 74. Lo que equivale a decir que, a cada sacerdote, le corresponde atender a unos 13.500 fieles. E n la diócesis de Santiago, los católicos suman 1.950.000. Y los sacerdotes sólo son 107. A cada uno le corresponden 18.293 fieles. H O N D U R A S : enla diócesis de Santa Rosa de Capan, cada pastor de almas ha de atender a 14.200 bautizados. G U A T E M A L A : escojamos las diócesis de Vera Paz, en la que hay 19.000 cató­ licos para cada m inistro del Señor; y la de Sololá, en que la proporción es de 19.000 fieles por cada pastor de almas. M E J I C O : la proporción en algunas diócesis es todavía mayor. Por ejemplo, la de Chiapas con 23.700 católicos para cada m inistro del a lta r; la de Tehuantepec con 20.000 para cada sacerdote. E L S A L V A D O R : la diócesis Santiago de María, cuenta sólo con un sacerdote para cada 23.000 católicos. E L B R A S IL : L a nación de mayor contingente de católicos del mundo — tiene 50 millones de católicos, de los 61 millones da habitantes— i, nos ofrece proporciones alarmantes: la diócesis de Bonfim sólo dispone de un sacerdote para cada 18.700 católicos; la de Amargosa, de uno para cada 21.300; la de Oeiras, de uno para cada 27.000; la de Barra do Rio Grande, de uno para cada 28.870; la de Caetité, de uno para 40.000. Y terminemos con el caso de la diócesis de Goiania, en cuyo territorio acaba de inaugurarse la nueva capital Brasilia con una población de 600.000 personas establecidas en la nueva y modernísima urbe. A l déficit grande de sacerdote que ya sufría esta diócesis, recientemente elevada a la ca­ tegoría de archidiócesis, se ha sumado este aluvión de personal al que es urgente atender. Mas, ¿cómo? Con muy sobrada razón su arzobispo, acaba de escribir en un mensaje al mundo entero: «N o disponemos de sacerdotes sufi­ cientes para una acción a la altura de la empresa proyectada». Y añade: «Esta necesidad ha de ser atendida por todos los católicos que tienen el sentido univer­ salista de la m isma Iglesia». Los datos podrían aún multiplicarse, en mayor o menor escala, por las restan­ tes naciones de dicho continente: Venezuela, Colombiá, Bolivia, Perú, Argentina,

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