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2 9 8 VALORES E SPIRITUALES. P re sén tase ésta como certeza de la exención de do lor y de la co n tin u a c ió n del gozo. Pero en el fondo es conocim ien to, es decir, consiste en conocer algo que no está presen te en el tiempo n i en el espacio. L a necesidad de segu ridad co n tra el dolor y a fa vo r del gozo, puede trad u c irse en la necesidad de sabe r conocer lo s medios p a ra a le ja r el dolo r y con se rva r y h a sta in c rem e n ta r el gozo. L a segu­ rid a d es, po r lo tanto , algo así como u n a co n jug a ció n del tem a del dolor y del gozo con el conocim iento. Y a el experim en to de K rü g e r h a b ía demostrado que los estados de an siedad y a n g u stia se fo rm an en p ropo rción a l s u rg ir y aum ento de la in ce rtid um b re en la va lo ra c ió n de u n a situ a ción . C la ro está que la an siedad y a n g u stia son m ás in ten sa s si, de la in te rp re ta c ió n de la situ a c ió n , dependen nue stro gozo y nu e stro dolor. Con fo rm e a lo expuesto y ten iendo en cuen ta los re su ltado s del recien te congreso ita lia n o de p s iq u ia tría de Génova, los p siq u ía tra s in te rp re ta n la an g u stia y la an siedad como in se g u rid a d ; p o r lo tan to como fa lta de conocim ien to to ta l o p a rc ia l de la s situacion e s de las que dependen dolores y goces personales, in se g u rid ad que toma fo r­ m as morbosas cuando, en lu g a r de la fa lta de conocim iento, se h a a lte rado la percepción y va lo ra c ió n de la situación . Si, p a ra m ayo r c la rid a d de los conceptos, p re scind im o s de los objetos del p la ce r y del dolor, echamos de ve r que éstos existen ya, cada uno po r su cuen ta, en la ley fu n d am e n ta l del p siqu ism o ; y así podemos establecer que d ich a ley e stá co n stitu id a , en d e fin itiv a , por tres elem en tos: dolor (negativo ), goce (positivo ), y conocim iento (en cie rto sen tido neu tro ). Después de a n a liz a r po r separado estos tre s elementos, debemos ah o ra recomponer el conocim ien to en su in te g ra c ió n con el gozo y e l dolor, según lo impone la re a lidad . E l conocim iento recob ra a sí su aspecto de certeza de a le jam ien to del dolor y de co n tin u a c ió n y a c re ­ cen tam ien to del gozo. L a certeza se re fie re no a l gozo p resente, sino a l d istan te en el tiem po y en el espacio. Nos encon tram os aqu í con la s dos catego rías fu n d am e n ta le s del p siq u ism o : el tiempo y el espacio, a cu ya posesión s in lím ite s a sp ira el psiquism o e stim u lado po r la necesidad m ism a de seguridad. E l anhelo — in trín s e c o a la n a tu ra le z a del p siquism o hum ano— , de d is fru ta r de s í m ismo en el tiempo y en el espacio s in fin es, por eso m ismo, u n a pe tición de in fin ito . Este anhe lo es psicológico antes que re lig io so : la re lig ió n viene después a s a tis fa c e r — con su re a ­ lid ad ob je tiva— esta in s ta n c ia o p e tició n de in fin ito . Po r eso todas la s re lig ione s p ro c lam an la e x is te n c ia de u n a a s p i­ ra c ió n a lo in fin ito . L a cu a l es ta n im pe rio sa que exige u n a p rom e

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