PS_NyG_1960v007n002p0259_0294

FELICIANO DE VENTOSA 2 9 3 zación según que sea s a n a o co rrom p ida es el m ayo r estím ulo u obs­ tá cu lo a la em presa so b re n a tu ra l c ris tia n a , nos d is ta n c ia de la o p i­ n ión del filósofo de la escuela de M ad rid . S i es ve rdad la p rem isa de que qu ien se s a lv a es el in d iv id u o , no el mundo, n i la c u ltu ra o c iv iliz a c ió n , es igua lm en te innegab le que el mundo im p regnado de ideales c ristian o s, que dispone sus leyes, in stitu c io n e s, v id a p ú b lica con sen tido c ristian o , in flu y e sob rem ane ra en que los in d iv idu o s h a ­ lle n con m ás fa c ilid a d la ru ta de la ve rdad y del cielo. No se m a ra v ille nad ie , po r tan to , de que el P apa p id a que el sacerdote se in se rte g ra d u a l y p ruden tem en te en este mundo. E l sacerdote, s i h a de e sta r a la a ltu ra de su m isión de conducto r de alm as, debe h a lla rs e en cond iciones de a s im ila r la s c u ltu ra s de los diversos pueblos p u rific á n d o la s , e levándo las y com p letándolas. A.°í lo e n te nd ía P ío X I cuando en la ”Ad Catholici Sacerdotii” , e scrib ía la s p a la b ra s que he citado al p rin c ip io de n ue stro e stu d io : «Debe (e l sacerdo te)... poseer aquel caud a l de conocim ientos, no p recisam en te sag rados que es p a trim o n io común de la s p e r­ sonas cu lta s de la época; es decir, que debe se r hombre m oder­ no, en el buen sen tido de la pa lab ra» (55). G ra n lección la de P ío X I , que a l p a re ce r no siem p re se h a te n :do en cuen ta. Bástenos en p rueba de ello el testim onio del P. Begoña a l ab o rd a r el tema del arte, ta n cim ero en toda c iv iliz a c ió n y a quien el c ris tia n ism o h a dado tan to s momentos de in sp ira c ió n sublime. D ice a s í: «Hay que reconocer que actualm en te y de u n a m ane ra gene ral y con todas la s excepciones que se qu ie ran , el cató lico medio y g ran d ísim a p a rte de su clero se h a n desatendido de las nociones, inqu ietude s, p rogresos o retrocesos del arte contemporáneo» (56). Quizá estas lín e a s den sen sación más du ra en nue stro en tre com illado que en el texto o rig in a l. Pero aú n suavizándo la s, queda el h echo de que en u n a fa ce ta ta n im po rtan te de la cu ltu ra , nos fa lta hoy día con tacto con la v an g u a rd ia . ¿Cuándo entonces podremos so ñ a r con d a r in sp ira c ió n a ese m ismo arte que tan m a ravillo sam en te flo reció a la som b ra de la cruz? C uando tan to se h a b la en el d ía de acomodación y de p la n e a r 55. En Colección de Encíclicas..., p. 663. 56. Arte, Ciudad, Iglesia, Madrid, 1951, p. 68. J. Plazaola, S. J„ comentando el libro de J. María Valverde, Cartas a un cura escéptico en materia de arte moderno enjuicia el momento actual en estos términos: «Un verdadero humanismo está entrando felizmente en los Seminarios. Pero también es verdad que se dan, en el foro eclesiástico, casos de excesiva indiferencia por todo lo que tiene interés específicamente estético. (En Hechos y Dichos, 1960, abril, p. 271).

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz