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288 C RISTIAN ISM O Y CULTURAS HUMANAS h um a n id a d puede beber constantem en te nuevas ene rg ías creado ­ ra s (40). L a fe en la luz de C risto , remedio de la do len cia en el d ía aciago del e rro r, y fuen te de ju v e n tu d cuando los pueblos sien ten a ire s de p rim a ve ra , es la clave de bóveda de la g ran c u ltu ra occiden tal. Hoy que la fe de clin a , el ojo avizo r de los que p ien san , se atem o riza an te la nube que asoma po r el ho rizonte. Con p a la b ra s de p ro fe tas b íb licos pensadores c ris tia n o s de nue stro s d ía s d e n u n c ian m a ch a co ­ nam en te a l ateísmo, no sólo como u n a im p iedad p a ra con un Ser a quien se lo debemos todo, sino igua lm en te como u n a ’’inhuman i­ dad” (41). S i a l hom bre ateo todo le está perm itido , según la frase de K y rillo v , p e rsona je de nove la de Dosto ievsky, la to rtu ra , la b a r ­ ba rie, el campo de co n cen tra ció n son po sib ilidad e s inm in e n te s y am e ­ nazado ras, Ju stam en te P ío X I denun ció en la "D ivin i R ed sm p toris” uno de estos feroces ateísmos con estas p a la b ra s : «Este pelig ro ta n am enazado r... es el com un ism o bolchevique y ateo, que tiende a de­ rrum b a r el o rden so cia l y a so cava r los fund am en to s m ismos de la c iv iliz a c ió n cristian a » (42). De aqu í el repud io que con tra él la n z a el ené rg ico P o n tífic e : «El com un ism o es in trín se cam en te perverso y no se puede a dm itir que colaboren con él en n in g ú n te rreno quienes deseen s a lv a r la c iv iliz a c ió n cristian a » (43). Pero no nos desviemos de nue stro tema porque asome po r el O rie n ­ te el oso moscovita. U n a re fle x ió n del citado G. S ch n ü re r nos vuelve de nuevo a c en tra r. A l com p a ra r este h isto ria d o r la m a rc h a ta n d is ­ tin t a del c ris tia n ism o y el pagan ism o po r lo que toca a la c iv iliz a c ió n , a firm a que si en la c ris tia n a se dan b a ja s y descensos, siguen siem ­ p re a estas b a ja s y descensos re su rg im ien to s con an sia s de p len itud . Lo c o n tra rio sucede con el paganismo . No h a y m ás que ba ja s. S i se emprende la ru ta del descenso, éste se sigue de modo im p la cab le (44). D ifíc ilm e n te se p od ría e n ju ic ia r en menos p a la b ra s y con m ás p ro ­ fu n d id a d la apo rtación del C ris tia n ism o a la c iv iliz a c ió n . Su fue rza a le n ta d o ra es e te rn a y siempre actuan te . A u n en los momentos del declive, en la sim a h a y siem p re luz, po rque la de C risto n u n c a se apaga. E s ta luz ab re a la postre u n nuevo sendero p a ra el ascenso. T o d a v ía parece v ib ra r en las ondas la p a la b ra de P ío X I I cuando en medio de la m ayo r ca tá stro fe que conoce la h is to ria h um an a , d i- 40. La Iglesia y la civilización occidental de la Edad Media. Madrid, 1955. Tom. I, p. 208. 41. Es la tesis de H. de Lubac, G. Marcel y Marcel de Corte. 42. En Colección de Encíclicas..., p. 437. 43. L. c., p. 455. 44. O. y l. c.

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