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FELICIANO DE VENTOSA 281 ra nue stro s corazones mezquinos (32), les hace estas re flexione s que extractam os, no a l p ie de la le tra , sino ad sen sum : «A nosotros, que ante todo a sp iram os a la v id a e te rna se nos h a dado en los Sag rados L ib ro s la re ve lación de los m isterios. M as p a ra e je rc ita r el ojo del alm a, con tem p la éste las sombras y los re fle jo s de esos m iste rio s en los otros lib ro s escritos po r poetas, h isto riado re s, oradores y filósofos. M iram o s p rim e ro a l sol re fle ja d o en el agua p a ra que, hab ituado s a su v ista , podamos f ija r nue stros ojos en su lumbre». A esta razón metodológica, m uy p a ra se r te n id a en cuen ta en todo ap rend iza je , añade el San to Docto r o tra s razones, tom adas del p la n de D ios sobre sus c re a tu ra s. «Advertid, les dice, que el árbo l no sólo da fru to , sino que tam b ién se ado rna de h o ja s que se mueven en to rno a las ram as. D e l m ismo modo, el fru to e sen cia l p a ra el alm a es la verdad. Con todo, le conviene rodearse de s a b id u ría p ro fa n a (33) que viene a ser como la s h o ja s del árbol, p ro tecto ras del fru to y que a su vez p ro p o rc io n an a la v is ta un e spectáculo bello. Conste, pues, que h a y m u ch a u tilid a d p a ra el a lm a en la s en señanzas que nos vienen de fue ra . Im p o rta , po r lo m ismo, qué debemos se le ccion a r de esas enseñanzas. Los lib ro s de poetas, oradores, e tc ..., son como la s flo re s : a todos en gene ral dan la a leg ría de su perfum e y co lo rido ; mas es p rop io de la ab e ja sa c a r de e lla s la du lce m iel. A sí debe ser el buen d is c íp u lo : ab e ja que no v a in d istin tam e n te a todas la s flo res, sino que la s selecciona cuidadosam en te, y aún de éstas selecciones extrae ta n sólo lo que es bueno p a ra la e labo ración de la m iel dulce y sabrosa». E sta tra d ic ió n c u ltu ra l de la Ig le s ia , que los ú ltim o s P o n tífice s h a n puesto ta n en re lieve , q u ita el a n tifa z a esa m iop ía, po r no de cir in com p ren sib le ceguera, de quienes d ire c ta o in d ire ctam en te se em ­ peñan en estab lecer con traste s entre el E vang e lio y la s c u ltu ra s h u ­ m an a s con u n a m e n ta lid ad de m an ique ísm o larvado . E s la c u ltu ra algo m á s que un mero p roducto del e sp íritu hum ano . E s la reve lación n a t u ra l del Logos E terno que po r d istin to s p roced im ien tos a lum b ra a los hom bres que v a n de cam ino. A sí lo entendió, y ya hace un 32. Para satisfacción de cuantos conservan un rescoldo de amor a la juventud nos place evocar las palabras del buen viejo San Basilio, cuando dice a sus discípulos que no cree traicionar su pensamiento si osa afirmar que se olvidan de sus padres cuando le miran a él. En el texto griego: «vo|i.í<;<o... xoSeiv -oú; xexóvxai;, -pó? £|ii pXéxovtaQ». 33. El texto griego llama a esta sabiduría profana de los traductores «thurathen sophian », es decir, sabiduría que viene por la puerta; exterior. El santo contrapone esta sabiduría meramente exterior, y por consiguiente, profana, a la sabiduría intima, a la cristiana, que es fruto que madura en las interioridades del alma ?

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