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2 5 4 EL HOMBRE Y LAS COSAS es de que e xista o no exista el mundo exte rio r, con sus río s y m on ­ tañ a s, con sus hom bres y m u je re s ; n i el hombre con su a lm a y su cuerpo, todo ello b ien sólido y verdadero. De lo que se h a b la es de lo que se me da en esa v isió n ra d ic a l y p rim a ria , en esa e xp e rien cia de m i vida, an a liz a d a e scrupu losam en te según el método de la fe ­ nomenología. Lo que h a buscado en ello es el dato ra d ic a l del cua l pueda p a rt ir con toda segu ridad la filo so fía . L a dim en sión ra d ic a l de la s cosas, que es su d im en sión v ita l, con ­ siste en u n ser-para. Pero las cosas poseen además u n a existen cia en cuan to «están ah í», que consiste en «un apoyarse las u n a s en las o tras, por tan to , un se r la s u n a s en la s otras, u n e sta r puestas un a s sobre otras. Su e x is tir es, en este sentido, algo estático, casi posar y ya ce r la u n a sobre la otra. ¿No es ésto lo que buenam en te e n te n ­ demos po r ’’e sta r a h í” ?» (60). E l se r en sen tido clásico no h a sido e lim inado , sino desplazado. L a s cosas son, tienen u n ser, poseen u n a e stru c tu ra o con sisten cia f ija y dada, desde el pun to en que se la s considera, no e je rc itan do u n a fu n c ió n en m i vida, sino de sligadas de ella. Y n u e stra a lm a y nue stro cuerpo, igua lm en te , poseen u n a co n sisten c ia f ija y dada, poseen u n ser desde el momento en que los estudio como u n a re a ­ lid a d más en tre las demás re a lidade s del U n iverso . B a sta p a ra ello con que a esas re a lidade s las ab stra ig a de m i v id a y la s deje en sí m ismas. Ortega, como la filo so fía tra d ic io n a l, h a b la del ser de las cosas como algo que éstas tienen po r sí y aparte de lo que yo pueda se rvirm e de ellas, y este es el sentido clá sico del concepto «ser». «El cu a l re su lta , en efecto, cuando an te u n a cosa ab straigo de su ser p rim a rio , que es su ser s e rv ic ia l, u su a l y vivido , y encuen tro que la cosa no h a desaparecido porque yo no me ocupé con e lla, sino que queda ah í, fu e ra de m i vida, ta l vez en espera de que o tra vez me s irv a de algo» (61). Desde ese in stan te la cosa es por sí y no para mí, p a ra m i vida. C la ro que aú n entonces la s cosas no quedan to talm en te desligadas de m í; de lo que quedan lib re s p rop iam en te es de m i v iv irla s . E sta a c titu d de v irt u a l d e sv iv ir o no v iv ir con la s cosas es la a c titu d teo­ ré tica . E n e lla ale jam o s la cosa de nosotros, queda exen ta, d iríam os, y u n a vez colocada en esa d ista n cia , de jánd o la ser s í m ism a, es como puede m i m ira d a teo ré tica c a la r en e lla con u n a lim p ia ob jetividad . D esin te re sa rse v ita lm en te de la cosa es quedar nosotros lib re s p a ra in te re sa rn o s po r e lla m ism a, por su m ism idad . E s bu sca r en e lla lo 60. 7bíciv pp. 171-172. 61. Ibid ,. p. 251.

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