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2 5 2 EL HOMBRE Y LAS COSAS A n á l i s is d e l s e r No ba sta h abe rno s encon trado con esta ra d ic a l re a lid ad , con este ser p rim o rd ia l en el cu a l se me dan a u n tiempo m i yo y el mundo. Tenemos que a v a n z a r u n poco más y e sc la re ce r cómo se me dan estos dos co p rin c ip io s que fo rm an la re a lid a d ra d ic a l que es m i vida. P a ra ello vamos a a n a liz a rlo s n eg a tiv a y po sitivam en te : qué no son y qué son. No son «cosa», ente en sen tido clásico. H a y un texto largo , pero im po rtan te , en « F ilo so fía pura» que voy a tra s la d a r a q u í: «Para que se me en tiend a s in d ific u lta d d iré que la idea m e nos posible en todo ese pasado h a b ría sido la a firm a c ió n de que ser es u n algo re la tivo , que consiste en u n a re la c ió n subsisten te.. Pero he aqu í que, según K a n t, los entes cognoscibles no son en sí, sino que con sisten en lo que nosotros 'ponemos en ellos. Su s e r es nue stro poner. Pero, a d ife re n c ia de Carte sio , el su je to que e je cu ta la po si ción no tiene tampoco ser en si... Ser no es n in g u n a cosa en .sí m is m a po r sí m ism a, n i u n a de te rm in ación que la s cosas teng an por su p ro p ia co nd ic ió n y so lita ria s. E s p reciso que an te la s «cosas» se sitúe u n su je to dotado de pen sam ien to , u n su je to teo rizan te p a ra que ad q u ie ran la p o sib ilid ad de ser o no ser ...» (57). E s obvio que con esto O rtega no se declare ide a lista . E xp líc itam en te ad vie rte que esto no ob liga lo m ás m ín im o a K a n t a adop ta r u n a so lu ción id e a lis t a y llam a a ese idealism o k a n tia n o lo u ltra v iv o de K a n t. Po sitivam en te, el ser consiste en esa re fe re n c ia m u tua en tre s u je to y objeto. E l ser p rim a rio de la s cosas no consiste en u n en sí p rop io e independ ien te, sino que es sólo u n algo para o u n algo en contra de nue stro s fines. De a h í que, si empleamos la p a la b ra «cosa» en el sen tido co rrien te , según el c u a l s ig n ific a algo que tiene su p rop io ser, ap a rte de m í, a los seres en to rno no podemos llam a rlo s cosas. «Las cosas no son o rig in a riam en te ’’cosas” , sino algo que p ro cu ro ap ro ve ch a r o e v ita r a fin de v iv ir y v iv ir lo m e jo r posible, po r tan to , aquéllo con que y de que me ocupo, con que actúo y opero, con que logro o no logro h a c e r lo que deseo; en sum a, son asun tos en que ando constan tem en te. Y como h a c e r y ocuparse, tene r asuntos, se dice en griego práctica, praxis — las cosas son rad ica lm en te prag- mata y m i re la c ió n con e lla s pragmática... Sólo podemos de cir que u n a cosa, en cuan to pragma, no es algo que existe po r s í y s in tene r que v e r conmigo» (58). Esto, po r lo que se re fie re a la s cosas. Si ah o ra vuelvo la m ira d a h a c ia m í y me p regun to lo que soy yo rad ica lm en te en m i re fe ren c ia 57. IV , 56-57. 58. El hombre y la gente, p. 76.
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