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GABRIEL DE SOTIELLO 2 5 1 p a ra e v ita r cu a lq u ie r equívoco y sólo entonces e n u n c ia su p o stu ra sobre el tema. O rtega no hace así. Con fre cu e n c ia los té rm ino s que emplea son un tan to equívocos; pero no se detiene a establecer d is ­ tinciones. E n ta l p a sa je le in te re sa uno de los sen tidos posibles del vocablo y, s in p a ra rse a d a r exp licacione s, m a rch a ráp ido a su ob je ­ tivo. E s el lecto r el que tiene que re a liz a r la labo r de d is c e rn ir en cada caso el sen tido p reciso en que toma el vocablo. U n caso típ ico es éste de la p a la b ra ser. ¿Nos ofrece O rtega un nuevo concepto de ser d istin to del de el realism o c lá sico ? No cabe duda de ello. ¿P retende in v a lid a r con ello el an tiguo concepto de ser? Y a esta p reg u n ta no podemos con te star sin u n a p re v ia a c la ra c ió n : en cuan to concepto p rim a rio y ra d ic a l, que es lo que pretende ser ta l concepto, queda in va lid ado . Pero no quiere d e c ir con ello que sea falso. E s u n concepto válido , pero no puede p re tend e r la p rim a rie d a d que le a trib u ía la filo so fía clásica. P a ra los filóso fos clásicos la s cosas e ra n an te todo, en te s; p a ra O rtega ante todo son sistem a de fa c ilid ad e s o d ific u lta d e s: en eso consiste su se r p rim a rio . Pero en u n segundo momento, que responde a u n a a c titu d pu ram en te teo ré tica, la s cosas son entes y podemos, por con sigu ien te, m an ten e r en este p lano el v a lo r tra d ic io n a l de ser. Lo vamos a v e r inm ed iatam en te . P a ra ello recordemos lo que es p a ra O rtega la re a lid a d ra d ic a l. No lo es n i el ser clásico n i el yo moderno, sino que lo es «mi vida». Su rad ica lism o no e striba en ser la re a lid a d más im po rtan te , n i la más noble. Se tra ta de un a p r í- m a riedad m e ram en te metodológica. Ortega, u tiliz an d o la fenom e­ no logía como método filosó fico , bu sca aquella re a lid ad indub itab le , ta l cu a l se p re sen ta a m i fa c u lta d cogno scitiva y en cu en tra que lo que se me p re sen ta es el yo con la s cosas. «En sum a ..., que a l bu sca r con todo rig o r y exa cerbando la duda c u a l es el dato ra d ic a l del U n ive rso , qué h a y indudab lem en te en el U n iverso , me encuen tro con que h a y un h echo p rim a rio y fu n d am e n ta l que se pone y ase ­ g u ra a s í mismo. Este hecho es la e xiste n c iá c o n ju n ta de u n yo o su je tiv id a d y su mundo. No h a y el uno s in el otro. Yo no me doy cuen ta de m í sino como dándome cuen ta de objetos, de contorno» (56). Con razón d ijo O rtega que aquel p rim e r an un c io de «yo soy yo y m i c ircu n s ta n c ia » , con ten ía ya en germen toda su filo so fía . A h o ra bien , si a l dato ra d ic a l de la filo so fía queremos llam a rlo ser, nos hemos encon trado con u n ser to talm ente d istin to del que m a n te n ía la filo so fía c lá s ic a y del sostenido po r el idealism o m oder­ no. E sta es la apo rta ción de la filo so fía o rteguiana.

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