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2 3 8 EL HOMBRE Y LAS COSAS que o cu rre es que a esa n a tu ra le za , lo que el hom b re tiene de n a t u rale za, lo re lega en u n segundo p la n o y p royecta de lan te esta o tra d im en sión del hombre, que es su h is to ria y que O rtega con sid e ra como lo más h um an o en tre lo h um an o en el hombre. S i no me equivoco, no es otro el sen tido del sigu ien te texto en el que nos h a b la de dos d im ensiones en el hombre, u n a n a t u ra l y o tra e x tra n a tu ra l. E l hombre, según Ortega, «es a u n tiempo n a t u ra l y e x tra n a tu ra l, u n a especie de cen tau ro ontológico, que m ed ia po rción de él está inm e rsa , desde luego, en la n a tu ra le za , pero la o tra p a rte tra sc ie n d e de e lla ... Lo que tiene de n a t u ra l se re a liz a po r sí m ism o : no le es cue stión . Mas, po r lo m ismo, no lo siente como su au tén tico ser. E n cambio su p o rción e x tra n a tu ra l... con siste... en u n a m era p re ten sión de ser, en u n proyecto de vida. Esto es lo que sentim os como nue stro verdade ro ser, lo que llam am o s n u e stra p e rson a lidad , nue stro yo» (34). S e ría u n a equivocación in te rp re ta r a Ortega, valiéndose de éste o sem e jan te s textos como un ad ve rsa rio de la su s ta n c ia lid a d y creer que p a ra él, en el hombre, todo se reduce a un co n tin u o flu ir. E s de sen tido común que todo m ovim ien to p resupone un móvil. E n el h om bre h a y u n a n a tu ra le z a p sic o fís ic a que perm anece su stan cia lm en te in v a ria b le a travé s de los cambios que tienen lu g a r en el in d iv id u o y de los que se h a n suced ido en la h isto ria . «Ese Cé sa r acampado fren te a V e rc in g e to ru x es el m ism o que tre in ta años an tes fue se cue strado po r unos p ira ta s del M ed ite rráneo . A l travé s de sus d ías y aven tu ra s, Cé sa r es con stan tem en te César, y s i no tenemos un a r i go rosa d e fin ic ió n de esa n a tu ra le z a con stan te, de esa e stru c tu ra o fig u ra in d iv id u a l, pero p erm anen te, no podemos n i s iq u ie ra en tender el vocab lo «César» (35). Qué le jo s estamos aqu í de c u a lq u ie r clase de aso ciacion ism o , de a tom ización em p irista del hombre. Cé sa r es el m ismo a tra vé s de to dos sus cambios y con se rva u n a n a tu ra le z a constan te. Y lo que o cu rre den tro de la u n id ad s u s ta n c ia l del in d iv id u o concreto , ocurre tam b ién a travé s de la h is to ria de la hum an id ad . S i es ve rdad que la h isto ria , lo acontecido a los hombres a travé s de los siglos p re se n ta u n a v a rie d ad riq u ísim a , esto no se debe a que el hombre no tenga u n a n a tu ra le z a su stan cia lm en te id é n tic a en sen tido trad ic io n a l. P re c isam en te porque esa n a tu ra le z a es su stan c ia lm e n te idé n tica , no se puede a t rib u ir a e lla, a sus cambios, lo que al hombre h a acontecido. 34. Ibid., p. 35. o5. IV , 535, Ortega lo que niega es el sustancialismo que eliminase la con tingencia de las cosas intramundanas. Y del hombre como «vida».
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