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2 3 2 EL HOMBRE Y LAS COSAS ga sólo le p a re ce ría su fic ie n te esa d e fin ic ió n s i de h e ch o la razón de que está dotado le llevase a la to ta l in te lig e n c ia de las cosas. A h o ra bien, si p a ra que u n a d e fin ic ió n sea como debe ser h a de cum p lir los requ isito s que O rtega p ide p a ra e lla , no cabe duda que la d e fin i ción c lá s ic a es in su fic ie n te . O rtega no n iega que lo que d ice la d e fin i ción e sco lástica sea c ie rto ; n iega que eso que la d e fin ic ió n c lá sica ¿ firm a sea u n a d e fin ic ió n su ficien te . Reconoce que «poseemos razón y lib e rta d » : eso es lo s u s ta n c ia l y a la luz de e sta a firm a c ió n es p re ciso en tender la s o tras expresiones. Cuando nos dice que el hombre e stá en cam ino de ser ra c io n a l, lo que s ig n ific a con ello es que esa razón no h a llegado a en tender con p le n itu d de en tend im ien to , lo c u a l es cierto. A la d e fin ic ió n e sco lá stica O rtega le exige m u cho más de lo que los esco lásticos le exigieron. Y po r eso la re ch aza , porque no cum p le lo que él cree que debe ría cum p lir. P o r tan to , en rigo r, O rtega n o n iega lo que los esco lásticos a firm a n . N iega que lo que a firm a n del hombre nos d iga con su fic ien te p le n itu d lo que el hom bre es. E n re a lid a d la d e fin ic ió n e sco lástica es excelente y, en el p lano m e tafísico , no superada. Desde otros pun to s de v is ta puede m uy b ien p a re ce r in su fic ie n te A un S. Agu stín , que se s itu a b a en u n p lan o más relig ioso , tampoco le h u b ie ra p a re cido id e a l (27). E n lo que, desde luego, no tiene razón O rtega es en d e c ir que ta l d e fin ic ió n es u n a estolidez. Con ese p roced im ien to , colocados nosotros en u n p la n o m e ta físico , pod ríam os igua lm en te c a lific a r de estolideces los pun to s de vista o rteguianos. Pero no lo hacemos. Los escolásticos de fin en al hombre po r lo que e s; O rtega busca d e fin irlo po r lo que hace. E s obvio que un h a c e r d istin to , u n a con du c ta rad ica lm en te d istin ta , im p lic a n po r necesidad u n p rev io ser d istin to . E s éste un pun to c a p ita l y que no encuen tro e sc la re c ido en Ortega. E l axiom a «operari seq u itu r esse» es fu n d am e n ta l en filo so fía , donde sabemos m a rc h a r río a rrib a h a s ta d a r con el m a n a n tia l. E sta d e fic ien c ia o rtegu ian a quede aqu í bien cla ra . M ás adelan te te n dremos ocasión de com p robar a dónde le lle v a a O rtega esa fa lta de basam ento ú ltim o m e ta físico cuando se tra ta del hombre. 27. Véase lo que escribe, a propósito de esa definición del hombre, el teólogo K a r l Adam : « E l hombre es un ser teológico. La definición corriente, según la cual el hombre no es ihás que un ser vivo dotado de razón, desconoce o niega esta relación originaria y esencial con Dios y engasta al hombre solamente en la concatenación de las cosas creadas. Profana al hombre), como que procede de fuentes paganas». Cristo nuestro hermano (Barcelona, 1954), pp. 197-198.
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