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1 4 0 SAN LORENZO DE BR IN D IS, ESPAÑA.. Al enterarse San Lorenzo de que había sido antes religioso de otra Orden, mandó que inmediatamente se le despidiese. Insistieron los religiosos, alegando que se trataba de un sujeto insigne en virtud y letras y sobre todo en el púlpito; pero San Lorenzo se mostró irreductible, ordenando de nuevo que se le despidiese. Los religiosos sin embargo se valieron de una estratagema. Sin despedir defini­ tivamente al novicio, le indicaron se retirase a una ermita que ha­ bía en la huerta del convento de la Magdalena de Masamagrell, don­ de estaba el noviciado. Mientras tanto avisaron al Bto. Ribera, ex­ poniéndole lo que pasaba. Ni corto ni perezoso el Patriarca mandó preparar su carroza y, acompañado de otros dos obispos, de su Vicario general, del duque de Gandía y de otros señores principales, se pre­ sentó en el convento de Valencia para hablar con el P. General. Le expuso las razones de por qué debía ser admitido a la profesión el P. Francisco, pero nada valió para hacerle cambiar de parecer; ni la autoridad del Patriarca ni sus razones. Replicó el Beato Ribera que él, como General de la Orden, no había sido puesto para des­ trucción sino para edificación de la misma. Con esto se dejó con­ vencer; mandó venir a su presencia al P. Francisco y allí mismo, delante del Patriarca, le dió la profesión (17). Cuán ajenos debían estar entonces tanto el P. General como el P. Francisco de Sevilla y mucho más los otros religiosos, de que un día se habían de encontrar en Madrid, seis años más tarde, con ocasión de la toma simbólica del primer convento en la corte, realizada en el Hospital de los Italianos. Allí, y en el día de San Diego de Alcalá, de 1609, cuya festividad se celebraba entonces el 12 de noviembre, se saludarían alborozados el de Brindis y el de Sevilla y quizás recor­ darían aquel episodio. Ahora San Lorenzo era el enviado del duque de Baviera y del Papa ante Felipe III, y el P. Francisco lucía precisa­ mente sus galas oratorias, predicando un elocuente sermón ante los reyes, el Nuncio, la corte y demás ilustres personalidades asistentes a aquel acto que revistió solemnidad extraordinaria (18). Terminada su visita a los conventos de Valencia, se dirigió el P. General a Barcelona, para girar sin duda también allí la visita y presidir luego el Capítulo provincial convocado para el 20 de junio. ( 17 ) C fr., m i obra La Provincia de Frailes Menores Capuchinos de Castilla (1575-170iy I. M adrid, 1947 , 363 s s .; A ntonio de A licante , O .F.M .Cap., Parte primera de las Crónicas de Religiosos Capuchinos de la Provincia de la Sangre de Cristo del Reino de Valencia, Ms.. pp. 425-481 (A rchivo Prov. de los C ap uchinos de V a ­ lencia. V alen cia). ( 18 ) C a rta del P. Severo de L u ce n a (M adrid, 15 de noviem bre de 1609 ) (A rchivo P ro vin cial de los C ap uch in os de C astilla, M adrid. Sign . 6 - 00003 . E s copia). C fr. m i obra La Provincia, 42 ss.

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