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BUENAVENTURA DE CARROCERA 1 8 7 se h a n v e rific ad o cosas p rod ig iosas en enferm edades o acon te cim ien ­ tos ra ro s que p u d ie ran ju s tific a rs e po r especiales m ilagros» (161). P o r ú ltim o , el 8 de d iciem b re de 1881, el P apa elevaba a l c ap u ­ ch in o Lo renzo de B rin d is a los supremos honores de la canon ización . Los C ap u ch ino s qu isie ron , sobre todo, ce leb ra r aquel g ran a co n te c i­ m ien to cabe los restos del Santo, y los d ía s 29, 30 y 31 de octubre del sigu ien te año 1882, se te n ía en V illa fr a n c a del B ie rzo u n solemnísim o T rid u o -M is ió n p red icado po r tre s de nue stros P ad re s que de ja ro n en aqu e lla pob lación y en los pueblos c ircu n ve c in o s g ra tísim o s e in o lv i­ dables recuerdos (162). E n noviem bre de 1889 el Rmo. P. B e rn a rdo de A n d e rn a tt, G e n e ­ r a l de la O rden, llegaba a V illa fra n c a p a ra ve n e ra r las re liq u ia s de su antecesor. O freció entonces h a c e r a sus expensas un a lta r nuevo, que fue in aug u rad o el 5 de ju lio de 1896 po r el P. P ro v in c ia l de C a s tilla , L ad islao de R ionegro, quien , en esa m ism a ocasión, tra s ­ ladó las re liq u ia s a la nue va u rn a de bronce dorado, regalo también del citado P. G ene ral. Las reliquias de San Lorenzo. E s u n a cosa que llam a la aten ción el que el P. P ro v in c ia l de C a s ­ tilla , D iego de C a s trillo , ob rando s 'n duda po r o rden y aviso de los Supe rio res de la O rden, escribiese a la Abadesa de la A n u n c ia d a p re ­ gun tándo le v a ria s c o s a s : u n a de e lla s debía' ser ace rca de la s r e li­ quias del siervo de D ios. L a Abadesa con testaba sobre esto: «Muchas personas p o r devoción vienen a v is it a r su san to cuerpo y a no habe r tan to cuidado con sus re liq u ia s, hub'iera m uy pocas po r los muchos que la s p re ten d en ; y en medio de eso no d e ja ro n la s re lig io sa s de h a c e r algunos piadosos h u rto s de huesos suyos». Añade que se in ­ fo rm a ría de las personas que h a b ía n llevado re liq u ia s a fin de co ­ m un icá rse lo luego. P o r fin dice que el saya l que estaba en el cofre con la s re liq u ia s, no e ra el que h ab ía tra ído el cuerpo a V illa fra n c a , pues éste estaba den tro de u n a c a ja con flo re s y era llevado a los enfermos (163). De d icho háb ito con el que fue am o rta jado el San to en L isboa, no se tiene m em oria después de 1808; debió desaparecer s in duda con los azares de la in va sió n , ya que tam b ién V illa fra n c a del B ierzo y el <161) Carta del P. José de Llerena (Roma, 22 enero 1873) (Archivo de la Anunciada). (162) El Siglo Futuro, núms. 21 a 28 da noviembre de 1882. (163) Carta citada de la Abadesa al P. Castillo.

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