PS_NyG_1960v007n001p0133_0195

1 8 6 SAN LORENZO DE BR IND IS, ESPAÑA.. poco tiempo de fa lle c e r el San to , y que se con serva en el convento de la A nun ciad a . De él se saca ron v a ria s copias y no dudamos que del mencionado re tra to se va lió José del Pozo p a ra re a liza r, en 1783, el cuad ro que fue colocado en S an A n ton io del P rado y que hoy existe en el convento de Je sú s de M ad rid . F á c ilm en te se ad vie rte un ex­ tra o rd in a rio parecido , en todas las facciones de su rostro, con aquél de V illa fr a n c a (Véase fo to g ra fía de la pág. 188). Además, si no entonces a l sigu ien te año, los duques de M ed inace li, Patrono s a la sazón del citado convento de C ap u ch ino s en la corte, h ic ie ro n que M a ria n o M ae lla e je cu ta ra con su aco stum b rada m aes­ t r ía el cuad ro que luego grabó S a lvado r C a rm ona y que, a nuestro ju ic io , es uno de los m ejores rep resen tativo s del Santo. (Véase fo to ­ g ra fía de la pág. 3). A sim ism o el mencionado marqués de V illa fr a n c a y duque de A lba, D. José A lva re z de Toledo, a quien el P. A jo frín dedicó la obra Vida, virtudes y milagros de S. Lorenzo, h izo a sus expensas en 1785 un a be lla u rn a que m ide en to ta l 1’25 de alto y 0’85 m. de ancho, lo cu a l con sta de dos cue rpo s; en el supe rio r, de 0’85 x 0’85 m., que tiene u n a de la s ca ra s de c ris ta l, fue ron puestas las re liq u ia s del San to y luego colocadas en el a lta r que tam b ién h !zo po r su cuen ta el e x ­ presado marqués. D ich o a lta r ocupaba en la ig le sia el m ismo sitio que el ac tu a l, regalo del Rmo. P. G en e ra l, B e rn a rd o de Anderm att. N i se con ta ron los C ap u ch in o s españoles con la b e a tific a c ió n de aquél cuya s re liq u ia s se con servaban en el suelo patrio . R e a su n ta la cau sa en 1784, ju stam en te en ese año se re a liza b a un m ilag ro por in te rce sión del nuevo Beato a fa v o r de M a ría Angela S a la t y T ru ll, n a tu ra l de C e rve ra y diócesis de Solsona. E n 1788 se env iab an las le tra s rem isio ra le s p a ra la in ve stig a c ió n del caso, siendo nombrado V icepo stu lado r el c ap u ch in o de la p ro v in c ia de C a ta lu ñ a , P. S ilv e s ­ tre de B a rce lo n a (160). Fue, po r cierto, ese uno de los m ilag ro s ap ro ­ bados po r la Cong regación en 1881 y que s'rv ie ro n p a ra la c a n o n iz a ­ ción del Santo. F in a lm en te , cuando los C ap u ch ino s su fre n to d a v ía los rigo res de la exc lau stra c ió n , lleg a en 1873 desde R om a a V illa fra n c a la voz del entonces Com isario Apostólico de todos los C apu ch ino s de E spaña, P. José de L le re n a , p id iendo a la au to ridad e cle siá stica investigase s i se h a b ía n rea lizado a llí m ilag ro s po r in te rce sión del Beato, pues ex­ p o n ía : «Como q u ie ra que deseamos los C ap u ch in o s ve rlo canon izado , p a ra lo que fa lta n m ilag ros, p ro cu ram o s en te ra rno s si ciertam en te (160) M elchor de P obladura , art. c., 424.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz