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BUENAVENTURA DE CARROCERA 1 7 7 Creemos debió d e sa rro lla rse todo de la siguien te m ane ra. E l cuerpo de! San to llegó en tre siete y ocho de la tarde del 10 de agosto, y de­ bió quedar depositado a llí h a sta el sigu ien te día. Po r la noche, a poco de d a r el re lo j de la Co leg iata las doce, u n a cam pana de d ich a ig le sia dió seguidam en te de 18 a 20 cam panada s, averiguándose pos­ te rio rm en te que nad ie la h a b ía tocado. E l hecho, comprobado por el testim on io de numerosos vecinos, fue ten ido po r todos como m i­ lagroso (125). A l d ía siguien te , 11 de agosto, fue llam ado un ca rp in te ro y u n e n - tab lado r po r orden de la Abadesa de la A nun ciad a . Estos de sc la va ­ ron la c a ja en que ve n ía el cuerpo que era, según ellos d e cla ran , «un hombre alto, con la ba rba la rg a y venerab le, la ba rba en tre c an a y ro ja , y le extend ieron las p ie rn a s e igu a la ro n , asistiendo a todo las m on ja s con ve la s encend ida s, con procesión, venerándo le como c u e r­ po santo . Y se le h izo u n a c a ja nueva, y a e lla le vo lvie ron en p ro ce ­ sión la s d ich a s re lig iosa s, venerándo le como a ta l cuerpo santo» (126). Debido a esa ven e ra ción en que desde el p rim e r momento se le tuvo, fu e ron m uchos los que p ro cu ra ro n coger a lg u n a re liq u ia p a ra sí. P o r eso el h áb ito con que iba vestido el cuerpo del san to a l lle g a r a V illa fra n c a , hab iendo cortado de él m uchos pedazos, quedó to ta l­ mente roto e in se rv ib le , de ta l m ane ra que las re lig io sa s se creyeron en el deber de qu itárselo , vistiéndo le en cam b io uno de fran c iscan o . M ás a u n : la h ija del m arqués se quedó con el capucho del háb ito con que iba el cadá ve r (127). U n m ilag ro a l p a re ce r obró ya el San to el m ismo d ía de lle g a r a V illa fr a n c a su cuerpo y fue que la Abadesa, estando en fe rm a de g ra ­ vedad, se encomendó a l san to y curó repen tinam en te , de ta l suerte que pudo a s is tir con la s demás a l en tie rro de los venerab les re s ­ tos el sigu iente d ía (128). Deb idam en te colocado en esa c a ja nueva que se le hizo en form a de ataúd, fue conducido «con cam pana tañ id a , cruz y velas en ce n d i­ das y can tando el Te Deuvn laudamus, h aciendo procesión con el d i­ cho cuerpo h a sta la p a rte donde h a b ía n de ponelle» (129). Y esa p a r­ te no fue o tra que den tro de la m ism a c la u s u ra «en la p ie za que está debajo del coro, en la parte más decente que en e lla se h a lló más desocupada: en su c a ja y sepulcro, h echo en él un a lta r sobre el (125) Ibid., 325, 348, 349, 351. (126) Ibid., 329. 333. (127) BN . Ms. 3554, p. 182: Declaraciones de F r. Juan M." de Monteforte sobre ésto. (128) Ibid. (129) L. M .’ N uñez , 339, 343.

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