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1 7 4 SAN LORENZO DE B R IN D IS, ESPAÑA.. nían convento en Lisboa y que San Lorenzo gozaba ya de gran fama de santidad. Pero bien examinados los documentos, no se citan con­ cretamente otros que entraran en esa contienda fuera de los Fran­ ciscanos, en sus dos ramas de Observantes y Conventuales, los cua­ les es de suponer se ofrecerían muy gustosamente a enterrarle en su iglesia; la cosa no debió pasar de ahí (109). Con todo eso creemos y sostenemos que D. Pedro de Toledo man­ dó embalsamar el cadáver, y además con premeditación, sobre todo y principalmente con miras a llevárselo a Villafranea del Bierzo, don­ de tenía su gran palacio y castillo residencial y donde había hecho levantar a sus expensas el convento de Religiosas Franciscanas Des­ calzas de la Anunciada, de cuya comunidad formaba parte la única hija que Dios le había dado, Sor María de la Trinidad. Finalmente, dos cosas queremos hacer notar respecto del embal­ samamiento. En primer término, que, para realizarlo en un todo, fue necesario aserrar la parte extrema póstero-superior del cráneo, a fin de poder vaciar su contenido. Esto explica lo que a todos cuantos ha­ yan visto y examinado de cerca las reliquias del Santo, han podido observar: que precisamente le falta esa parte del cráneo, que fue dada en 1809, por orden de la superioridad, a un oficial de Marina, según luego diremos. Otra cosa es que todas las visceras, incluso el corazón, fueron lle­ vadas a enterrar a una iglesia próxima a la casa de D. Pedro, cuyo nombre no se da pero que se supone fue la parroquia de San Pablo. Es curioso lo que sobre esto declaró en 1630 el mismo que las llevó a enterrar, que no fue otro sino el entonces capellán del marqués, Li­ cenciado D. Antonio Núñez de Quiroga: «Y dice más este testigo, que habiendo llevado las tripas de dicho santo a enterrar a una iglesia, sin que lo supiesen sus compañeros [P. Jerónimo de Casalnuovo y Fr. Juan M.a de Monteforte], el día siguiente, estando este testigo en conversación con ellos, les dijo cómo él había enterrado las tripas 3el santo, los cuales le pidieron encarecidamente les enseñase la par­ te. Y el testigo fue con ellos y se lo enseñó, y abrieron la parte don­ de estaban y sacaron de ellas el corazón y se lo llevaron con la ve­ neración debida de que le tenían por tal santo» (110). Son además varios los testigos en el proceso de 1630, que afir­ man haberle hecho retratar el marqués por uno de los mejores pin- (109) E l P. A jofrin , 542, c ita u n a c a rta que h ab la de estas disputas, c arta tom ada de la v id a m an u scrita de S . Lorenzo, debida a la plum a del P. M atías de M arqu in a, pero no dice la procedencia de donde éste la tomó. ( 110 ) L . M .' N uñez, 325 .

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