PS_NyG_1960v007n001p0133_0195

BUENAVENTURA DE CARROCERA 1 7<3 dos por Venecia falsamente por una supuesta conjuración, para lo­ grar ésta sus fines políticos (103). El embalsamamiento se hizo efectivamente al día siguiente del fallecimiento del Santo, 23 de julio, y con el examen de las visceras se comprobó manifiestamente, dice en su biografía el P. Lamberto de Zaragoza (104), que no había existido tal envenenamiento. Aunque tal meticuloso examen no se hubiese llevado a efecto, para nosotros hubiera sido lo mismo; conceptuamos semejante sos­ pecha y mucho más el hecho, por pura invención y fantasía de los enemigos de Osuna. Por eso mismo no comprendemos que haya ha­ bido historiadores que lo hayan afirmado y que hoy en día todavía lo puedan sostener (105). Y no deja por menos de llamar la aten­ ción del investigador el que ninguno de los criados o asistentes a la casa del marqués de Villafranca en Lisboa y que luego declararon en el proceso de 1630, varias veces citado, no hiciese entonces la más mínima alusión o ligera mención de semejante cosa (106). Pero aun admitiendo que existiese la menor duda o sospecha de haber sido envenenado, carente por completo, a nuestro juicio, de fundamento alguno, creemos que el hacer D. Pedro de Toledo em­ balsamar el cadáver del de Brindis, obedeció a otra finalidad, como diremos luego. Uno de los que estuvieron presentes a la muerte, D. Francisco Osor'o Pimentel, declaró más tarde que «vió que luego como el dicho flaire acabó de morir, los flaires de San Francisco quisieron llevar su cuerpo a su convento, y el dicho Marqués, por conoscer su santi­ dad y que no se le quitasen, lo envió a la villa de Villafranca con la decencia y veneración que pudo en una caja de plomo y litera» (107). Es verdad que algún testigo indica también que, a poco de morir el Santo, se había entablado disputa que, al decir de algún biógrafo llegó a ser acalorada (108), sobre dónde sería enterrado: era muy natural que así sucediese, habida cuenta que los Capuchinos no te- ( 103 ) M . L a fu e n te , 176 ; Eduardo Ib a rra y R o d ríg u ez, España bajo los Austrias, 2 . ed., Ed. L ab o r. B arcelo n a, 1936 , 396 - 7 . ( 104 ) Lam berto de Z arago za, O. F. M. Cap., Compendio histórico de la vida del Beato Lorenzo de Brindis, P am plon a, 1794 71 . ( 105 ) A. de C arm ign ano lo a firm a to d a v ía : «Non vennero — dice— rilevate lesioni in te rn e ; e tu tta v ia un serio dubbio d ’avvelenam ento non si può dire che sia del tu tto scom parso neppu re oggi» (p. 141 ). (106 E s m ás, el testigo presen cial en el proceso de 1630 , F ran cisco O sorio Pi- m ente, declaró exp resam en te que «murió de enferm edad que le dió después de h ab ar estado algun os días en la cam a» (L. M. Nuñez, 322 ). ( 107 ) L. M.* Nuñez, 322 . ( 108 ) A jo f r in , 530 .

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz