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a llamar y le dió una carta para Su Majestad el rey, Don Felipe III, que santa gloria haya, la cual S. E. dicho señor D. Pedro se la dió a Su Majestad y ansimismo le dijo no creía la habían abierto; y dice que de ahí a dos años o tres, vino por esta villa Soror Beatriz de la Cruz, hija legítima del conde Miranda de Portugal, religiosa descalza franciscana, la cual antes de ser religiosa se llama Doña Beatriz de Villena y había sido dama de palacio, y como persona de tanta calidad tenía mucha noticia de las cosas de palacio, y entre otras cosas de consideración, que se dijeron después de la muerte del rey, conside­ rables, fue que se había hallado una carta cerrada en el retrete de Su Majestad y en escritorio suyo, que era del P. Fr. Lorenzo de Brin­ dis, en la cual decía, como quejándose de no haberle despachado en una embajada que traía del reino de Nápoles en la forma que a él le parecía debían hacerlo, en la cual carta citaba a Su Majestad para el tribunal divino donde estaba de camino, a donde dentro de dos años se hallaría Su Majestad y el Pontífice que al presente era, a ser juzgados en esta razón, y porque dentro de los dichos dos años murió Su Majestad y el Pontífice que entonces era, y esta carta, que el dicho Sr. D. Pedro dió a Su Majestad se tiene por cierto no se abrió cuando se dió, tiene por cosa cierta Su Señoría que declara, es la misma que su padre había dado» (98). No se encontraba tampoco en aquellos momentos Felipe III para ocuparse de cosas serias e intrincadas, metido como estaba en plenas fiestas, organizadas en la capital portuguesa con motivo de su reci­ bimiento y, sobre todo, de jurar por sucesor y heredero al príncipe Fe­ lipe, su hijo. En Lisboa le encon tró la muerte. Ya indicamos que San Lorenzo enfermó poco antes de que el rey hiciese oficialmente su entrada en Lisboa, el 29 de junio. Su enfer­ medad debió ser ya de cuidado desde los primeros momentos, tanto que si bien le fue posible decir m:sa algunos días, aunque con más brevedad que solía hacerlo, al quinto tuvo que guardar cama con todo rigor. La enfermedad que le aquejó y que había de perdurar cerca de 29 días, fue una disentería. Dice su compañero, el Hno. lego Fr. Juan María de Monteforte, que al de Brindis le gustaba la mermelada de madroños. Cosa sabida es que toda mermelada es de suyo laxante y lo es mucho más para las personas de edad, como era él que iba a 1 7 0 SAN LORENZO DE B R IN D IS , ESPAÑA... ( 98 ) L . M." N uñez, 336 . E l P a p a P aulo V m urió efectivam en te el 28 de enero de 1621 y Felip e I I I el 31 de m arzo del m ismo año.

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