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1 6 4 SAN LORENZO DE B R IN D IS, ESPAÑA. ejércitos que había en dichas guerras, los soldados traían reliquias de dicho santo y cosas suyas que veneraban por tales. Y a él le te­ nían en tanta reputación que cuando salía fuera, era fuerza llevar guardas consigo por que no le desnudasen y quitasen el hábito para reliquias, y éste testigo fue su guarda para el dicho efecto. Y al­ gunas de las victorias que hubo, como fue la de la escaramuza a la salida de Candía, con la emboscad^, que allí tenía dicho duque de Saboya, se atribuyó a sus oraciones, y ansí todos le tenían, respeta­ ban y estimaban por tal santo y por tal le traía Su Excelencia el dicho Sr. Marqués en su compañía, y ansí le llevó consigo a Portugal cuando fue la jornada de S. M. a la coronación» (77). Forzoso es citar, por último, el propio testimonio del marqués de Villafranca, de cuya amistad con el Santo y del respeto, venera­ ción y aprecio en que tuvo su persona y sus consejos son prueba ma­ nifiesta las declaraciones de los mencionados testigos y de otros que no citamos pero que fueron recogidas en el proceso hecho en Villafranca en 1630. D. Pedro de Toledo sostuvo desde que le conoció, correspondencia frecuente con él. Lástima que las cartas recibidas del santo no se hayan conservado: al menos desconocemos su pa­ radero. Sólo ha llegado a nosotros una que el P. Ajofrín ha recogido en la vida de San Lorenzo por él escrita y que es contestación a la que le había enviado el marqués el 30 de agosto de 1617 desde Ale­ jandría a la Palla (78). Con ésta contestaba a su vez a otra del de Brindis en la que sospechamos felicitaba a D. Pedro de Toledo por su victoria conseguida sobre el de Saboya en la rendición de la impor­ tante plaza de Vercelli. Aquél comunicaba a Felipe III este triunfo el 26 de julio de 1617, comenzando su carta con estas expresiones que son una prueba más de su acendrada fe: «Entrónos Dios en Vercelli: ¡El sea alabado!» (79). Y en la carta a San Lorenzo le decía: «De las oraciones de Vuestra Paternidad Reverenda reconocemos todos el buen suceso de Vercelli, que Dios ha servido de darnos, y deseo en el alma besar las manos de V. P. Reverenda y tomar su bendición. Por amor de Dios, Padre mío, si ésto se puede encaminar, que yo re­ ciba este consuelo y más a menudo cartas de V. P. Reverenda. Ahora tratan muy apretadamente de las paces que yo dudo mucho que ( 77 ) ibid., 331 . ( 78 ) A jofrín , 389 . E n el A rchivo P ro v. de C ap uch in os de C astilla ( 12 - 00043 g) existe u n a copia de am b as cartas, que segu ram ente es la que aquél utilizó y que se con servab a en el A rch ivo del duque de Alba, en aquél entonces, cuando él escribía, 1784 , tam bién m arqués de V illafra n ca. No sabem os con cretam en te el parad ero de dicho o rigin al, no obstante que se h an hecho las n ecesarias inves­ tigaciones. ( 79 ) Colección de documentos inéditos..., 179 .

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