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1 6 2 SAN LORENZO DE B R IN D IS, ESPAÑA.. terse, invadió el milanesado, llevándolo todo a sangre y fuego. El marqués de Hinojoso le sale al encuentro y le derrrota totalmente; pero luego le admite una paz (1615), que en Madrid se juzgó bochor nosa para las tropas españolas. Como consecuencia de eso, es relevado de su mando el de Hiñojosa y nombrado en su lugar el quinto marqués de Villafranca, D. Pedro de Toledo Osorio, en julio de 1615, quedando desde esa fecha gobernador del estado de Milán, Piamonte y Lombardía. El marqués de Villafranca, «hombre de probado valor y de ta lentos militares y políticos», como dice Modesto Lafuente, halló al de Saboya obstinado y firme; había éste logrado la protección y ayuda del general francés Lesdiguiéres, gobernador del Delfinado, pro testante para más, y enemigo de España. Sin temerlos, atacó aquél los pueblos del Piamonte, ejecutando lo mismo Carlos en el Mon- ferrato, pero luego el español le sorprendió y derrotó. Rehecho y ayu dado en sus planes, volvió a reunir nuevo ejército, mas el Marqués segunda vez le derrotó, se apoderó de importantes poblaciones, y so bre todo hizo se rindiese la destacada plaza de Vercelli. A pesar de la superioridad del gobernador español, todo aquello terminó con la paz de Pavía (1617), hecha por mediación del rey de Francia y muy a pesar del Marqués, comprometiéndose ambos beligerantes a licen ciar sus tropas, devolverse las plazas conquistadas y restituir el Mon- ferrato al de Mantua. No traeríamos a colación estos hechos si no tuviesen relación con San Lorenzo cuya intervención en ellos vamos a ver. Precisamente aquí nació el conocimiento, la amistad, aquella profunda vene ración que por el Santo tuvo luego el valiente cuanto piadosísimo marqués de Villafranca. Hemos dicho antes que el Cardenal Ludovisi había buscado la in tervención de San Lorenzo para que con su hábil diplomacia lograra las paces entre el de Saboya y el gobernador español. Se dirigió pri meramente al marqués de Villafranca, que se encontraba cerca de Candía Lomellina, dispuesto ya a desencadenar un ataque contra el saboyano. Celebrando todavía sus entrevistas con D. Pedro de Tole do, he aquí que las tropas del duque tomaron la iniciativa y atacaron a los españoles, entablándose una sangrienta batalla en las proxi midades de Candía. El Santo se dedicó entonces a asistir a los sol dados, confortando y animando a los españoles a la lucha con su presencia y con su bendición. Triunfaron por completo los españo les y tanto los soldados como los capitanes y el mismo marqués atri buyeron aquél éxito a San Lorenzo. De ello tenemos por otra parte el testimonio de un beligerante que allí se encontraba, D. Francisco Osorio Pimentel, quien, al declarar
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