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1 6 0 SAN LORENZO DE B R IN D IS, ESPAÑA.. verle adornado con la aureola de la santidad, sin querer quitar con ello la gloria que indiscutiblemente le corresponde en esto también al P. Serafín de Policio. Al lado de las armas españolas. San Lorenzo de Brindis siguió de consejero del duque Maximi­ liano durante tres años para bien de la Iglesia y asimismo de aquella Liga católica en cuya formación él había tenido tanta parte. El 24 de mayo de 1613 se celebró en Roma Capítulo General; en él fue el Santo elegido tercer Definidor, y, lo que es más aún, se le designó visitador de la provincia de Liguria y Piamonte. Pasaba ésta enton­ ces un momento difícil: los religiosos que la componían se encon­ traban divididos por cuestiones políticas a causa de pertenecer a dos estados distintos. La Liguria, sujeta a la república de Génova, se había mostrado siempre partidaria y aliada de España, mientras el Piamonte, sometido al duque de Saboya, era de ideas enteramente opuestas. Esas divergencias políticas llevaron a los Capuchinos de Piamonte a intentar una separación de los de Liguria para constituir una provincia aparte, y, con objeto de llevar adelante sus propósitos, buscaron el apoyo del duque de Saboya, Carlos Manuel I, quien no sólo les ofreció su protección sino que exigió marchasen de sus esta­ dos todos los extranjeros, incluso los religiosos. Por ese motivo fue designado San Lorenzo visitador de dicha provincia, para ver si, con su diplomacia, lograba aplacar los ánimos y se llegaba a un acuerdo. Carlos Manuel ni siquiera quiso recibirle, y con gran sorpresa del Santo, se vió luego elegido Vicario Provincial por los propios religiosos de aquella provincia. Finalmente, el 16 de agosto de 1616 quedó libre de aquel cargo, pensando volver en seguida a su provincia de Vene- cía. Fue entonces cuando el Cardenal Ludovisi, Legado pontificio y encargado de trabajar para hacer las paces entre España y el duque de Saboya, se valió de él para conseguir del gobernador español la aceptación de una paz provisional. En efecto. El citado duque de Saboya Carlos Manuel, ambicioso, turbulento y enemigo de España, creyéndose con derecho a la suce­ sión del Monferrato por muerte del duque de Mantúa (1613), cayó por sorpresa a mano armada sobre aquel estado y se apoderó de todas sus plazas, a excepción de Casal. Luego, con fingimientos y mentiras, quiso engañar a las naciones que podían frenar su ambi­ ción, e incluso pretendía poner al gobernador de Milán, duque de la Hinojosa, y al de Mantua, en contra de España. Cansada ya la corte de Madrid de sus artimañas, le conminó a que no molestase más al de Mantua y que aceptase las condiciones que se le dictaban, licen­ ciando incluso sus tropas (1614). Pero el de Saboya, lejos de some-

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