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BUENAVENTURA DE CARROCERA 1 5 9 San Lorenzo, como ya indicamos anteriormente, siguió en Madrid un mes quizás algo largo, después de obtener del rey ese permiso a favor de los Capuchinos. Todavía quiso favorecerlos con sus buenos servicios ante los soberanos y no es aventurado pensar que fue él quien obtuvo la gracia de que Felipe III y su esposa Margarita de Austria, junto con el Nuncio, los ministros y la grandeza, asistiesen a la bendición e inauguración de una grandiosa cruz, levantada ante la iglesia del Hospital de los Italianos donde estaban hospedados los religiosos que habían venido a fundar, como símbolo de haber toma­ do posesión. Esa ceremonia tuvo lugar el 12 de noviembre, fiesta entonces de San Diego de Alcalá. No es éste lugar a propósito para describir aquel solemne acto con todos los pormenores, como lo hace el mencionado P. Severo de Lucena, testigo presencial (72). Sólo anotaremos que allí, al lado de más de doce Capuchinos, se encontraba también el de Brindis con el P. Policio, recibiendo a los reyes y asistiéndoles en todo. Más aún: en el devoto triduo que a continuación se celebró, uno de los destinados para predicar era San Lorenzo, con objeto de que le oyesen los reyes, pues deseaban ensancharle, no haciéndolo por no poder ellos asistir (73). Este Hospital de los Italianos, hoy desaparecido totalmente, esta­ ba situado en el encuentro de la Carretera de San Jerónimo y la calle de Zorrilla, con la fachada a Cedaceros o Muñoz y Ribero; en su solar se levanta hoy día el Banco Central. Allí se erigió una gran cruz que bendijo el Nuncio revestido de pontifical y asistido de los ministros de ritual. La Provincia de Castilla ha querido perpetuar ese acontecimiento histórico, dedicando al Santo un hermoso cuadro que puede admirarse en el testero del altar mayor de la iglesia de N. P. Jesús Nazareno de Madrid. El pintor, D. José Llasera, ha que rido destacar en él la figura de San Lorenzo de modo particular, y así, aún no respondiendo en rigor a la verdad histórica, nos presenta al Santo actuando en esa ceremonia, rodeado de los reyes, del duque de Lerma, del Sr. Nuncio, de otros ministros y grandes de la corte y de varios religiosos capuchinos. (Véase la fotografía de la pág. 161). Y Castilla le ha dedicado ese recuerdo como prueba de afecto y gra­ titud por haberle considerado siempre como su fundador, quizás por testigos, poniendo solam ente L . M. N uñ ez . y la p ágin a de dich a re v ista donde v an in sertad as. ( 72 ) C fr„ la m ayoi¡ p a rte de esta c a rta v a in serta en n u estra o b r a : La Provin­ cia..., 42 ss. ( 73 ) Ibid.

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