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1 5 4 SAN LORENZO DE B R IN D IS, ESPAÑA.. Austria. Esto naturalmente molestó bastante al duque de Baviera Maximiliano, que aspiraba a ser, y ciertamente con toda justicia, jefe de la liga, puesto que él la había iniciado y por ella había trabajado más que nadie. Pero era justamente lo que Felipe III no quería en manera alguna. Por eso Zúñiga, al comunicar a su rey, el 7 de junio, que había recibido por el P. Brindis la carta de Felipe III, del 14 de noviembre, le participa que había entregado otra al duque de Baviera y que en virtud de ella éste sostenía que el rey de España había ofrecido, sin condición alguna, dos regimientos de infantería y uno de caballería, para la liga, a lo cual añadía el embajador: «De nuevo se reafirma en querer ser sólo el prefecto de la liga ni querer compañía, y así se dificulta mucho lo que vamos tratando de que fuese uno de los archiduques juntamente con él» (60). Esto nos prueba que, aunque despacio, se seguían las conversacio­ nes para la formación de la liga y el establecimiento de las condi­ ciones. Nuevamente el rey de España tuvo que ceder y hacer nuevos concesiones. Así lo expone Zúñiga al rey con fecha 24 de julio, manifestando que las cosas de la liga iban bien, dándose casi por concluida, después del ofrecimiento hecho por España; añade que el de Baviera sería cabeza de la unión y el archiduque Fernando, el elector de Maguncia, segundo jefe de la liga al lado de Maxi­ miliano (61). Por último Felipe III se decidió a señalar una cantidad determi­ nada para socorro de la liga de los católicos en Alemania, que debía ser enviada a Zúñiga, comunicándoselo así al Papa quien por su parte había manifestado al Nuncio en Praga la ayuda que daría en septiembre (62). Y esa ayuda, como ya hemos indicado y manifestó el mismo Papa al conde de Castro, sería de 200.000 ducados (63). Afortunadamente cuantos iban a formar parte de la Liga católica llegaron a un acuerdo, y no solamente se logró esa unión de los prín­ cipes católicos sino también lo que de modo especial se pretendía con todas estas idas y venidas de San Lorenzo de Brindis, a saber, la constitución de una fuerza que contrarrestase la potencia de los pro­ testantes. De tal manera que éstos, intimidados, bajaron la cabeza y se humillaron pidiendo al duque Maximiliano, como a jefe de la Liga ( 60 ) C a rta delm ismo, 7 ju n io 1610 . Ibid., fol. 31 . S a n Lorenzo debió llegar consiguientem ente a P ra g a a prin cip ios de junio. ( 61 ) C a rta de Z ú ñ iga, 24 de ju lio de 1610 . Ibid.., fol. 36 . ( 62 ) C a rta del rey a C astro 26 agosto 1610 (A G S . Estado, L eg. 994 ). ( 63 ) C a rta del rey a C astro, 4 septiem bre 1610 . Ibid. E l rey dice al em bajador, en tre o tras cosas, que él h ab ia dado su p a lab ra y no la revocaría.

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