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BUENAVENTURA DE CARROCERA 1 4 9 el mérito y la recompensa de una tan regia acción cerca de Dios y la gloria inmoral que por ello ha de tener, debe mover a S. M. no sólo a tomar espontáneamente sobre sí este asunto con todo calor y a entrar en la Liga juntamente con el Sumo Pontífice, el Gran Du­ que de Toscana y los príncipes católicos de Alemania, sino también alentar con su ejemplo e inducir con su autoridad a otros reyes, prín­ cipes y potentados católicos a hacer lo mismo. Y entre tanto que la dicha confederación o liga esté totalmente concluida y efectuada, hacer que los católicos puedan estar seguros de la ayuda y protec­ ción de S. M. en dinero y gente conforme a la necesidad y aparato de los enemigos, en caso de que aquéllos fuesen asaltados manu ar- mata». Para ello, y en vista de que quizás los protestantes quieran impedir esta liga, debía avisar sin demora a sus principales minis­ tros, gobernador de Milán y embajador ante el emperador, que, sa­ bedores de lo que ocurre y siendo requeridos por los príncipes ca­ tólicos del imperio, acudan con S. M. a socorrerlos con el mejor modo posible, haciendo las provisiones necesarias para dicha defensa y resistencia, dando facultad a dichos ministros de ayudar con dinero y llevar gente; mandando asimismo que dichos príncipes católicos sean notificados cuanto antes de esa resolución de S. M. para saber cómo gobernarse (43). Todas esas cartas y demás documentos se examinaron en el Con­ sejo de Estado celebrado los días 3, 13 y 18 de octubre. Los conseje­ ros fueron de parecer, se fomentase y ayudase a la Liga con el so­ corro de gente, pedido por el P. Brindis, o sea, seil mil de infantería y un regimiento de caballería: que se enviasen a Zúñiga 360.000 es­ cudos con orden de que los convierta en la gente que más conviniere para impedir los intentos de los herejes: que al P. Brindis «se diga el socorro que el rey hará para que escriba al Papa que acuda de su parte, y, para que lo haga apretadamente, será bien que entienda que si Su Santidad, no acude, tampoco lo hará el rey, pues será im­ posible llevar sólo aquélla carga y no sería de provecho lo que el rey hiciese» (44). Ante eso el rey determinó decir al de Brindis que su ayuda sería cierta, disponiéndose Su Santidad con lo que sea razón: que había ordenado mandar dinero para la gente de guerra de Alemania: que se está apercibiendo la mayor parte de lo que ha pedido para que Su Santidad acudiese con otro tanto (45). ( 43 ) In fo rm e de S a n Lorenzo de B rin d is a F e lip e I I I (A G S . Estado, Leg. 709 , fol. 57 ). E stá en italian o y ocupa siete h o jas. No v a firm ad o, pero a la v u elta o dorso se le e : « F ra y Loren co de Bríndez». E s sin duda el in fo rm e que éste dió y que luego el rey rem itió a l Consejo. ( 44 ) Consejo d íl 18 de noviem bre de 1609 (A G S . Estado, Leg. 2638 ). ( 45 ) Ibid.

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