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BUENAVENTURA DE CARROCERA gran crédito con los católicos de estas partes y todo del duque de Baviera; no reparando este Padre en su edad y enfermedad de la gota que tiene, se ha ofrecido a ir a dar cuenta a V. M. del estado trabajoso de las cosas de Alemania y necesidad de que los príncipes eclesiást;cos y seglares católicos de ella sean favorecidos de Su San­ tidad y de Vuestra Majestad, en caso de urgente necesidad y que los príncipes y ciudades herejes acometiesen con sus armas sus estados. Pareciónos bien al Nuncio de S. S. y a mí la oferta de este santo varón, y así con la licencia de S. S. y carta mía para V. M., le he encaminado a Monaco de donde tomará su camino para Génova. Héme movido a alentar a este Padre en su buen propósito por parecerme que real­ mente conviene que V. M. tenga la noticia que él podrá dar de lo de por acá, y por dar alguna satisfacción al duque de Baviera y a los demás interesados... Y también me ha parecido que un religioso y vasallo de V. M. negociará con menos pesadumbre que algún mi­ nistro del duque de Baviera, que quizá le enviara, no yendo este Padre, al cual he encargado que trate en su pasada por Mónaco muy confidentemente con el duque su devoto, pero que le signifique muy encarecidamente que en cualquier suceso se ha de haber principa­ lísimo caudal de los principes de la casa de Austria». Le manifiesta luego que las cartas del rey habían sido de gran consuelo para los católicos, lo mismo que lo que había hecho, lo cual no había sucedido con el Papa, pues estaban muy desidificados del poco abrigo que hallaban en Su Santidad. «Todo este negocio de Fr. Lorenzo de Brindis, —termina diciendo— , se ha tratado con participación del señor archiduque Leopoldo que se hallaba aquí presente, que dará cuenta al señor archiduque Ferdinando. A los demás de la casa (de Austria) no ha parecido conveniente dársela porque el empera­ dor, aunque es cosa tan de su servicio, la desviará, y al rey Matías, no dando cuenta al emperador, no parece que era razón dársela por agora y el señor archiduque Maximiliano de Inspruc está poco acre­ ditado en materia de secreto» (28). Zúñiga trazó a San Lorenzo el itinerario que en su viaje a Es­ paña debía seguir y que él observó fielmente. Así, como ya dijimos, de Praga marchó a Munich para entrevistarse con el duque de Ba­ viera Maximiliano y enterarle de su misión; también el duque le dió sus instrucciones (29) y asimismo otra carta de recomendación ( 28 ) C a rta de Z ú ñ iga, 20 ju n io de 1609 (A G S . Estado, L eg. 2495 , fol. 3 ). Z ú ñ iga po n e «Mónaco» tanto en esta c a rta como en otros docum entos. D ebe entenderse la ciu dad de M unich. ( 29 ) In stru ccio n es del duque de B a v ie ra M axim ilian o al P . B rin d is (A G S. E s­ tado, Leg. 709 , fol. 58 ). O cupan dos h o jas solam ente y no llevan fech a.

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