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BUENAVENTURA DE CARROCERA 1 4 3 Esto es, en resumen, lo sucedido en la formación de la Liga cató­ lica. Su promotor no hay duda alguna que fue el duque de Baviera Maximiliano, quien, conocedor del peligro que en Alemania corría la religión católica, logró formar dicha Liga con siete príncipes ecle­ siásticos, quedando él al frente. Pero se dió sobrada cuenta de que era preciso buscar aliados en los Electores eclesiásticos y asimismo ganar para la causa a la Santa Sede y al rey de España. Todo ello venía ya madurándose cerca de un año antes de ser enviado San Lorenzo a España como embajador ante Felipe III. Así el representante español ante el emperador, Baltasar de Zúñiga, que, como se verá, fue uno de los que más trabajaron por esta causa católica, escribía ya el 11 de octubre de 1608 al rey, comunicándole que, en una junta celebrada por los príncipes eclesiásticos cerca de Maguncia, habían tratado de formar una Liga que pudiera hacer frente a los herejes: que en ella se había determinado elegir por jefe al duque Maximi­ liano; exponía que también se había hablado al Nuncio, representán­ dole la necesidad de que el Papa entrara en dicha Liga e hiciera que entraran igualmente otros principes de Italia, el rey de Francia o el de España (24). Es natural que, de hacer elección, forzosamente tendría que ser el rey de España, pues de sobra sabían todos que Francia protegía y apoyaba secretamente a los protestantes. Además, sus ambiciones eran desmedidas y sólo podían ser saciadas a cuenta de los domi­ nios de la casa de Austria, lo que en manera alguna se podía tolerar. Como se necesitaba actuar rapidísimamente, ni se dormía el du­ que de Baviera ni tampoco el embajador de España, Zúñiga. Este, después de conferenciar varias veces y de examinar la situación con­ vinieron en que se hacía necesario de todo punto, dada la gravedad del momento, obrar con decisión, y al mismo tiempo en secreto, con el fin de no dar motivo a los protestantes a unirse más, y, sobre todo, a lanzar sus amenazas y quizás su ejército antes de tiempo. Zúñiga pensó entonces en el hombre que podría llevar a cabo esa delicada misión ante el Rey Católico, y no fue otro sino San Lorenzo de Brindis: de aquél partió esta iniciativa y propuesta. Así lo dice él mismo en las instrucciones que dará a San Lorenzo antes de partir y así lo confiesa también el Nuncio de Su Santidad en Praga, D. Antonio Cayetano, Arzobispo de Capua, escribiendo al Car­ denal Borghese, afirmando que el embajador español, queriendo pre- ( 24 ) E l contenido de esta c arta se leyó en el Consejo de E stad o celebrado el 12 de noviem bre de 1608 (A G S . E sta d o ; L eg. 709 , fol. 40 ). Aunque n ad a se determ inó en esta reunión, sirvió, sin embargo, esa c arta p ara p rep arar el am ­ biente y el ánim o de los m in istros españoles.

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